El hermano de Damon Salvatore. Parte 6.

¡¡¡Marisentimos el retrasooo!!! ¡¡Aquí está la parte 6 al fin!!







—Así que el motivo de tu regreso a casa sigue siendo tan egoísta como siempre. Yo que creía que venías de visita…
—¿Por qué me ha desobedecido? ¿Qué le pasa?
—Es distinta a los demás, ya te lo dije.
—Perdona —interrumpió Alyssa—, ¿y tú quién eres?
—Stefan —dijo el hermano de Damon Salvatore sin poder apartar la vista de aquel enigma con largas piernas y ojos profundos—. Encantado.
Alyssa miró la mano que amigablemente tendía el desconocido. Vio a Damon, no para pedir permiso a la hora de devolver el gesto, sino para que le confirmara, tal como quedaron cuando aún estaban en casa, que aquel gesto no la pondría en peligro. Damon asintió y Alyssa deslizó la mano hasta tocar la palma pálida de Stefan.
El contacto confirmó lo que Alyssa sospechaba: aquel tipo estaba tan muerto como Damon, solo que este tenía algo extraño en la mirada. Quizá fuer la ausencia de pestañeo, o el modo en que sus labios se contraían permaneciendo completamente rígidos y blanquecinos.
—¿Nos vamos? —preguntó Alyssa a Damon, que no perdía detalle de la escena.
Sabía que desde niños, algo ocurría con su hermano. Si le hubiera preguntado no diría que los dos tenían obsesión malsana por poseer lo que tuviera el otro, incluso los afectos, pero eso era exactamente lo que sucedía.
—¿Tienes prisa, cielo?
—Un poco —respondió ella. Sus ojos seguían en los de Stefan, sumergiéndose en un profundo y peligroso mar de aguas verdes que, en absoluta calma, amenazaron con ahogarle.
—Lo siento hermanito —Alyssa se sobresaltó al escucharle llamando hermano al desconocido—, ya la has escuchado, tengo que marcharme.
—No, Damon. No he venido hasta aquí para dejar que te vayas ahora, sin más.
—¿Y qué sugieres? ¿Quieres que los tres nos pongamos a jugar una partida al twister que empezamos en Luisiana?
Alyssa pensó interrumpir la conversación para apuntar que ella nunca había estado en el sur, con la firme intención de aflojar la tensión que se palpaba en el ambiente, pero decidió no hacerlo. Una chica que poco antes debía estar divirtiéndose con amigos, pasó a su lado y Stefan la detuvo de pronto.
—Necesitaremos ser cuatro para eso —dijo antes de pasarle la lengua por los labios a la muchacha—. ¿Quieres venir a jugar conmigo, preciosa?
La infeliz dijo que sí. Había echado el ojo a Stefan en cuanto entró en el garito. Estaba más que dispuesta a acompañarle donde hiciera falta.
—Alyssa no va a jugar.
—Vamos, seguro que le gusta.
—Hola, yo soy Maribeth.
—No.
—Gracias, pero paso.
—¿Dónde se supone que vamos? Tú eres Alyssa, ¿verdad?
—De acuerdo, entonces ella puede ser el trofeo del ganador.
—No Stefan. No va a jugar.
Stefan echó una ojeada al club. La mayoría de personas que habían estado divirtiéndose allí hasta momentos antes, se fue marchando en silencio, como si detectaran la tragedia que estaba a punto de sucederse allí mismo, entre esos cuatro que entonces hablaban en corro cerca de la salida.
—Te has vuelto un aburrido, hermanito —dijo Stefan abandonando el grupo para dirigirse a la puerta y con un simple movimiento, como si lo que acababa de hacer no tuviera nada de sobrenatural, arrancar la barra de bebidas más próxima dejando bloqueada la entrada.
Maribeth dejó de divertirse en aquel preciso instante; Alyssa la acompañó en el sentimiento.
—¡Oh Dios!
El club se convirtió en una caja de gritos.
—¿Estás listo, Stefan?
—Siempre —miró fiero a Alyssa, acercándose a ellos.
—Una mano al rojo —dijo Damon.
Con mayor velocidad que la luz mortecina acariciaba sus pieles, Stefan se aproximó a la atónita Maribeth y sin mediar palabra arrancó un brazo a la muchacha, chupando la sangre que comenzó a empapar el suelo escandalosamente, entre los gritos de la chica. Lanzó el miembro amputado contra una pared que con poco acierto intentaba reproducir un elegante tapiz bordado en rojo.
—¡Otro! —gritó el jugador en plena excitación.
—Un pie al azul.
Sonó una carcajada cuando el hermano de Damon se volvió hacia Maribeth y la tiró al suelo de un golpe, arrancándole la pierna; bueno, intentándolo porque ya se había cansado del espectacular juego y lo que hizo fue lanzar el cuerpo de la chica directamente sobre una mesa de billar forrada en azul.
—Ahora ella —amenazó señalando a Alyssa.
Ella continuaba sin moverse, sin a penas pestañear. No gritó, no hizo siquiera un amago de retroceso cuando Stefan se le acercó en un reclamo.
—Creo que no.
—Eso es trampa. Recuerda nuestro trato.
—Lo recuerdo perfectamente y te repito —dijo partiéndole un hueso del antebrazo con la fuerza—, que no. Acaba lo que has empezado. Creo que a Jim no le importará.
—Damon. Lo prometiste.
—Y tú prometiste no aparecer en mucho tiempo, hermano. Solo han pasado treinta años desde la última vez. ¿En qué estabas pensando?
Y sin esperar respuesta cargó a Alyssa en brazos sacándola del club, atravesando una pared de madera que Damon rompió golpeándose la espalda, intentando protegerla.
—¿Te encuentras bien? Bueno, supongo que aunque estés mal sigues mejor que tu amiga Maribeth. Agárrate fuerte.
Montándola a la grupa ambos se desvanecieron dejando atrás los gritos de las personas que habían encontrado a un descuartizador en el club, aquella pacífica noche de viernes. 



Maripa

A Damon Salvatore le gusta el R&B. Parte 5






Aquella noche, una semana después de conocerse y solo días transcurridos desde que huyera de su casa, Damon quiso sacarla a bailar.
Alyssa no daba crédito a lo que escuchaba. Hacía años que salía con hombres, muchos, y de entre todos ninguno dijo nunca algo parecido a “arréglate nena,  hoy saldremos a bailar”. Ella se pondría un vestido beige corte imperio con falda acompañada que combinaría con zapatos blancos de salón, todo porque supuso que eso era lo que llevaban las mujeres a quienes sus respectivos llevaban “a bailar”. Además, viendo lo elegante que había aparecido su pareja, habría desentonado de llevar puesto algo más informal.
Como si aquella fuera una película de adolescentes, Damon la esperaba sonriendo al pie de la escalera. Le tendió el brazo y Alyssa desconfiada, se lo tomó preguntándose en qué momento todo se torcería y la gente empezaría a perder, además de sangre, cada uno de sus miembros.
No hubo sorpresas demasiado desagradables, solo que en vez de viajar en coche hasta donde quisiera que fueran, irían en la motocicleta de gran cilindrada que tenia Damon.
Alyssa no se dejo amedrentar. Arremangándose el vestido lo necesario para poder montar con comodidad, espero a que también él se subiera en la moto.
—No sé, estas en una postura tan sugerente que quizá sería mejor idea dejar la fiesta y que lo hiciéramos aquí mismo.
—¿Encima de la moto? ¡No!—  dijo ella. No se sonrojó porque no podía hacerlo más. Con la sugerencia del principio cuando le vio las piernas tan abiertas, ya había llegado al límite.
—Luego lo discutimos, ¿te parece? Ahora vámonos.
Dijo antes de arrancar la moto haciendo un ruido sugerente de que aquel cacharro tenía más potencia aún de la que parecía.

El lugar que Damon eligió estaba a las afueras, en esa zona de carreteras y bares solapándose, donde cualquiera con dos dedos de frente evitaría entrar. No lo había elegido al azar, ni mucho menos. Damon estaba buscando a alguien, que a su vez el ayudaría a encontrarse con…
—¡Jim!
—Damon Salvatore, o excelencia, como gustes —saludó Jim medio en serio medio en broma—. ¿Qué he hecho para merecer una de tus impagables visitas?
Damon, que había entrado al lugar adelantándose a Alyssa, sonrió con la boca torcida. Apreciaba a Jim, llevaba muchos años conociéndole y contando con él como uno de los pocos amigos que le quedaba, pero no tanto para dejarle la cabeza sombre el cuello si acaso se pasaba de listo. Seguía sosteniendo la puerta cuando echó un vistazo atrás. Alyssa hablaba con otra mujer, animadas junto a un coche.
—Mantienes el sentido del humor pese a cómo te ha tratado la vida, lo celebro.
—¿A qué te refieres? Las cosas me van estupendamente.
—No es lo que he escuchado, pero de todos modos no empañemos un reencuentro tan agradable con estas pequeñeces. Cuéntame. ¿Qué tal, Jim? ¿Vas a responder esta noche a mis preguntas?
—Eso depende de cuales hagas, Damon —sonrió invitándole a pasar a un reservado.
—Espera, he venido con una amiga.
Decía cuando Jim la localizó sin necesidad de añadir mucho más. Alyssa hacía su entrada. Las medias brillaron al contacto con las luces que ambientaban el salón, a rebosar de amantes del Rithym & Blues. Intentó localizar a Damon entre la multitud, aunque él la veía perfectamente.
—Quizá también sea un buen momento para que yo busque compañía— se relamió Jim—. Creo que mi cena acaba de entrar en el local.
—¿Te refieres a la chica del vestido beige?
—¿A quién sino?
—No te lo recomendaría. Es mía. Espera aquí.
—De acuerdo —repuso Jim con seriedad mientras Damon se dejaba ver para Alyssa.
—Hola, no te encontraba.
—Ya… Escucha, voy a hablar con alguien, espérame por aquí, ¿vale?
—Claro —asintió ella confusa.
—Bien.
Alyssa quedó mirando la chaqueta del traje de Damon, tan elegante como él, quizá más entallada de lo necesario. Un tipo cerraba las puertas del reservado dedicándole una sonrisa maligna.
*
—Ahora estamos solos —dijo Damon antes de agarrarle del cuello y estampar su cabeza contra la mesa—. Dime Jim, ¿Qué sabes de ella?
—¿De quién? Yo no sé nada –se quejó lastimoso. Una oleada de repulsión hizo que Damon aflojara la fuerza entorno a su cuello, momento que Jim aprovechó para cambiar sus posiciones dejándole a él contra la mesa.
—¿Cómo se te ocurre venir a mi casa para intentar joderme? ¿Eh?
—No quiero joderte, gracias, ya ha visto a mi humana —replicó Damon partiéndose de la risa—. Ahora dime qué sabes de Katherine y quizá deje que vivas cien años más regentando este estercolero.
Jim exhaló exasperado antes de comenzar a contar los últimos rumores que se comentaban respecto al futuro incierto que, mucho tiempo atrás, sufrió su amante.
Minutos después Damon abandonaba el reservado con el corazón un poco más roto. Echó una ojeada sin ganas intentando localizar a Alyssa. No tardo en hacerlo, bailaba R&B en la pista con un tipo que Damon no quería ver, al menos esa noche.
Le vio y saludó, rogando a su acompañante que le esperara un momento.
—¿Ya has terminado?
—¿Con quién bailas, cielo?
—No tengo ni idea, es un tipo muy simpático —dijo ella mirando atrás.
—¿Hablabas de mí, Alyssa? Mi nombre no es tipo simpático, sino Stefan, preciosa. Ahora —dijo mirándola a los ojos— debes marcharte. Olvida a Damon, olvídame a mí, olvídalo todo. Vete.
—Claro —respondió ella saliendo del local.
Los dos hermanos quedaron juntos tras tanto tiempo evitándose.


—¿Qué haces aquí? —preguntó Damon.
—Lo mismo que tú —Stefan le sostuvo la mirada, desafiante.
—Márchate, yo llegué primero.
—Eso nunca te ha importado demasiado. No tengo por qué preocuparme ahora.
—Damon —dijo Alyssa que después de abandonar la sala había vuelto a entrar creyendo que olvidaba algo.
No sabía reconocer todavía cuando una mente estaba manipulando la suya. Stefan, atónito, vio a la humana regresar junto a ellos como si no le hubiera ordenado esfumarse de allí. La chica se les acercaba como si tal cosa.
—¿Qué ocurre? ¿Le has dado verbena?
—¿Disculpa? —preguntó Alyssa soltándose del brazo que Stefan le agarraba.
—No ha tomado verbena, ella es más fuerte de lo habitual. No puedes manipularla.
—No lo puedo creer —decía el impresionado hermano en tanto ella descubría porqué Damon estaba tan interesado en retenerla.
Alyssa les escuchaba horrorizada. Solo la querían por eso. Si no fuera más fuerte la habrían matado hacía semanas.
—Sois unos putos monstruos, los dos. Alejaos de mí.
Abandonó el pub para a la carrera.



Vamos con retraso, lo sabemos, lo sabemos jajajaj
#enjoy
Aunque tardemos, aquí estamos. 
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