¿Olvidar? Sí, quiero olvidarlo, por favor. Parte 7.





Alguna vez había fantaseado con encontrar un Damon como el que veía entonces, afanoso de la cocina a la sala y de regreso una vez más, en busca de toallas frías, como si fuera enfermero en alguna época lejana.
Las toallas iban a servir de bien poco en aquella ocasión por más que las humedeciera y cambiara el hielo en cuanto se derretía. Alyssa no se iba a curar de la impresión a base de frío.
—¿No? ¿Todavía no quieres decirme nada?...
Preguntaba, aunque sabía que como se venía sucediendo en las últimas horas, la chica no diría una sola palabra.
— Bueno, esperaremos un poco más.
No sucedió esa noche en la que durmieron abrazados. Damon intentó cubrir con su cuerpo gran parte del de ella para calmarle el subconsciente, para que de un modo u otro la mente horrorizada de la chica se dejara cautivar por el sueño, protegida, entre sus brazos.
Así sucedió. Cuando Damon abrió los ojos, próximo ya el atardecer, encontró a Alyssa lejos, en la planta baja, con las piernas pegadas al pecho, sentada en el sofá.
—Hola —bajó las escaleras vistiéndose los pantalones. Nunca fue buena señal despertar solo cuando la cama fue compartida con una amante.
—Hola.
—Bien, respondes, eso es buena señal —se aproximó por el salón. Parecía un tanto inquieto sin saber bien qué hacer con las manos, si dejarlas en los bolsillos del pantalón, entrelazadas tras su cabeza o a continuación de los brazos cruzados.
—¿Ese era tu hermano?
Suspiró. Damon sabía que aquel tema iba a ocupar la mañana.
—Sí.
—¿Tu hermano de verdad, o sea, nacisteis de la misma madre?
—Sí —se sentó en el sofá de una plaza, próximo al que ocupaba ella.
Allysa se abrazaba el cuerpo.
—¿Qué quería? ¿Por qué ha venido?
—Uff… No sé ni qué contestarte… Stefan es así, Allysa. Le gusta llamar la atención, aparecer de vez en cuando y dejar con la boca abierta a quien no le conoce.
—¿Realmente quería jugar conmigo como hizo con aquella chica?
Damon dudó. No, seguro que no. En cuanto Stefan detectaba a un ser especial en su campo de acción, su único instinto era el de poseer. Seguramente si Damon no hubiera estado allí, su hermano y la chica estarían ya en algún rincón hediondo del país, o quizá volando hacia Europa. Él escondería su nuevo hallazgo. ¿La convertiría? Bueno, eso no podía saberlo. No conocía el modus operandi de su hermano en las últimas décadas.
—Puede que sí. Imagino que sí… —mintió más por seguridad de ella que de nadie. Si por un instante Allysa pensaba que Stefan podía ser como él y llegaba a acercársele, la perdería para siempre, y era demasiado divertida y entrañable para ello.
La chica le miró horrorizada.
—No quiero, no… Yo…
—Tss… tranquila pequeña —abandonó su butaca para rodear con un brazo a la chica manteniéndola muy próxima a él—. Yo estoy aquí y no voy a dejar que te haga cosas malas.
Allysa le miró. En sus cristalinos se veía perfectamente la duda, pero Damon continuó hablando.
—Es una lástima que seas especial. Si fueras común ahora mismo estarías cabalgándome aquí mismo, en vez de lamentándonos por el espectáculo de ayer noche.
—Me gustaría no ser especial.
—En parte yo también lo prefiero —dijo él con una sonrisa afilada pensando que, si Allysa fuera una mortal común y corriente, podría calmar su hambre matándola en aquel instante.
Quizá lo hiciera, a fin de cuentas la chica solo era un juguete interesante, más entonces que su hermano también la deseaba. 

Maripa 


Lo sé, llevábamos mucho sin venir por aquí, cosas del directo, pero OS PROMETEMOS que con el próximo post del sábado que viene os lo vamos a compensar todo todito todo. 
Ale salaos, un lametón para vos. 
Muas
 

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