Alguna vez había fantaseado con
encontrar un Damon como el que veía entonces, afanoso de la cocina a la sala y
de regreso una vez más, en busca de toallas frías, como si fuera enfermero en
alguna época lejana.
Las toallas
iban a servir de bien poco en aquella ocasión por más que las humedeciera y
cambiara el hielo en cuanto se derretía. Alyssa no se iba a curar de la
impresión a base de frío.
—¿No? ¿Todavía
no quieres decirme nada?...
Preguntaba,
aunque sabía que como se venía sucediendo en las últimas horas, la chica no
diría una sola palabra.
— Bueno,
esperaremos un poco más.
No sucedió esa
noche en la que durmieron abrazados. Damon intentó cubrir con su cuerpo gran
parte del de ella para calmarle el subconsciente, para que de un modo u otro la
mente horrorizada de la chica se dejara cautivar por el sueño, protegida, entre
sus brazos.
Así sucedió.
Cuando Damon abrió los ojos, próximo ya el atardecer, encontró a Alyssa lejos,
en la planta baja, con las piernas pegadas al pecho, sentada en el sofá.
—Hola —bajó las
escaleras vistiéndose los pantalones. Nunca fue buena señal despertar solo
cuando la cama fue compartida con una amante.
—Hola.
—Bien,
respondes, eso es buena señal —se aproximó por el salón. Parecía un tanto
inquieto sin saber bien qué hacer con las manos, si dejarlas en los bolsillos
del pantalón, entrelazadas tras su cabeza o a continuación de los brazos
cruzados.
—¿Ese era tu hermano?
Suspiró. Damon
sabía que aquel tema iba a ocupar la mañana.
—Sí.
—¿Tu hermano
de verdad, o sea, nacisteis de la misma madre?
—Sí —se sentó
en el sofá de una plaza, próximo al que ocupaba ella.
Allysa se
abrazaba el cuerpo.
—¿Qué quería?
¿Por qué ha venido?
—Uff… No sé ni
qué contestarte… Stefan es así, Allysa. Le gusta llamar la atención, aparecer
de vez en cuando y dejar con la boca abierta a quien no le conoce.
—¿Realmente
quería jugar conmigo como hizo con aquella chica?
Damon dudó.
No, seguro que no. En cuanto Stefan detectaba a un ser especial en su campo de
acción, su único instinto era el de poseer. Seguramente si Damon no hubiera
estado allí, su hermano y la chica estarían ya en algún rincón hediondo del
país, o quizá volando hacia Europa. Él escondería su nuevo hallazgo. ¿La
convertiría? Bueno, eso no podía saberlo. No conocía el modus operandi de su
hermano en las últimas décadas.
—Puede que sí.
Imagino que sí… —mintió más por seguridad de ella que de nadie. Si por un
instante Allysa pensaba que Stefan podía ser como él y llegaba a acercársele,
la perdería para siempre, y era demasiado divertida y entrañable para ello.
La chica le
miró horrorizada.
—No quiero, no…
Yo…
—Tss…
tranquila pequeña —abandonó su butaca para rodear con un brazo a la chica
manteniéndola muy próxima a él—. Yo estoy aquí y no voy a dejar que te haga
cosas malas.
Allysa le
miró. En sus cristalinos se veía perfectamente la duda, pero Damon continuó
hablando.
—Es una
lástima que seas especial. Si fueras común ahora mismo estarías cabalgándome
aquí mismo, en vez de lamentándonos por el espectáculo de ayer noche.
—Me gustaría
no ser especial.
—En parte yo
también lo prefiero —dijo él con una sonrisa afilada pensando que, si Allysa
fuera una mortal común y corriente, podría calmar su hambre matándola en aquel
instante.
Quizá lo
hiciera, a fin de cuentas la chica solo era un juguete interesante, más
entonces que su hermano también la deseaba.
Maripa
Lo sé, llevábamos mucho sin venir por aquí, cosas del directo, pero OS PROMETEMOS que con el próximo post del sábado que viene os lo vamos a compensar todo todito todo.
Ale salaos, un lametón para vos.
Muas
Lo sé, llevábamos mucho sin venir por aquí, cosas del directo, pero OS PROMETEMOS que con el próximo post del sábado que viene os lo vamos a compensar todo todito todo.
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Muas
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