El reTHORno de Loki, capítulo final




y con este pedazo de final del fanfic de Mimi os deseamos una ¡¡¡FELIZ SALIDA Y MEJOR ENTRADA DE AÑOOOO!!!

Nos vemos en seguida, ovejas. 

¡¡¡¡Jerséis de lana nuevos para tod@s!!!!

El reTHORno de Loki, capítulo 9




http://pandoracc.blogspot.com.es/2013/06/fanfic-el-rethorno-de-loki.html

El reTHORno de Loki, capítulo 8




Imagen: http://lego-loki.tumblr.com/image/44388043802 - See more at: http://pandoracc.blogspot.com.es/2013/05/fanfic-el-rethorno-de-loki.html#sthash.bqDZ4EI2.dpuf

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Queremos cerrar el fanfic antes de fin de año, de modo que los dos últimos capítulos serán publicados mañana y pasado a esta misma hora más o menos :)

No os perdáis el desenlace de esta pedazo de historia!!! Beeeeeee!!!

El reTHORno de Loki, capítulo 7



http://pandoracc.blogspot.com.es/2013/04/fanfic-el-rethorno-de-loki_20.html

El reTHORno de Loki, capítulo 6



http://pandoracc.blogspot.com.es/2013/04/fanfic-el-rethorno-de-loki.html

El reTHORno de Loki, capítulo 5


http://pandoracc.blogspot.com.es/2013/03/fanfic-el-rethorno-de-loki_21.html

El reTHORno de Loki, capítulo 4



http://pandoracc.blogspot.com.es/2013/03/fanfic-el-rethorno-de-loki.html

El reTHORno de Loki, capítulo 3




http://pandoracc.blogspot.com.es/2013/02/fanfic-el-rethorno-de-loki_20.html

El reTHORno de Loki, Capítulo 2





¿Qué? ¿Cómo vais? Jajajaja...

http://pandoracc.blogspot.com.es/2013/02/fanfic-el-rethorno-de-loki.html

El reTHORno de Loki, by MariMimi

Hola ovejas bonitas nuestras.
Hemos vuelto, hemos venido y aquí estamos para seguir molando con nuestros diseños de última temporada en moda de lana xDDD
Ay diommio, qué malo es esto de no dormir.
Bueno chicas, os traemos el fanfic famoso que MariMimi nos envió hace mogollón de tiempo pero que, míseras arpías, todavía no habíamos colgado.
Haremos una publicación semanal de esta historia que querréis leer catorce mil veces, porque vale muy mucho la pena, en serio. Habla de Loki, de un momento en la tierra, hay una chica, una acogida de emergencia, hay morb... BEEEEEEEEE digooo... y sexBEEEEEEE... xDDDDDDDDD Hay un montón de cosas divertidas porque esta tía (MariMimi) pilota mogollón. ¿Quién es? Pues es ni más ni menos que la autora de Sabor Euforia, novelón que si no conocéis os recomendamos también muy mucho, pero lo más importante es que es super colega de ovejas; el cariño es mutuo <3
Gracias preciosa. Pride to be your sheeps BEEEEEEEEEEE
xDDDDDDDDDDD
AMAD A MARIMIMI, SEGUID SU BLOG QUE OS VA A ENCANTAR, TODO MUY LITERARIO ÉL jajajajjaja...
Sin más dilación aquí viene el primer capi del fic!!

El reTHORno de Loki, capítulo 1


Envueltos en luces, los dos hermanos reemprendían el camino de regreso a casa. Loki esposado, amordazado, era la bestia que Thor pretendía arrojar a los pies de Odín: finalmente cumplió su misión... o eso pensaba mientras Los Vengadores separaban sus caminos, sus vidas, una vez restaurada la calma.
   ¿Y por qué su hermano no se percató de lo que estaba ocurriendo? Porque Loki era superior a él, siempre, en todos los aspectos. El muy idiota no reconoció que su copia, el mejor trabajo que Loki había hecho en cosa de duplicación, era la que agarraba el teseracto y viajaba con él a través de la luz, entre dimensiones y galaxias, para que la paz volviera a reinar en La Tierra. Presintió la furia que sentiría cuando tan fácilmente como se dejó atrapar, desapareciera... Tal como supuso, en cuanto el falso Loki soltó la mayor fuente de energía conocida en el universo, Thor se separó del cubo y salió despedido para quedar, como merecía, perdido en los confines del universo.
   Mientras todo esto sucedía, el auténtico Loki seguía oculto en la tierra, pero en un lugar que se encontraba tan lejos de todo ser viviente, que jamás podrían haberlo encontrado sin que así fuera su voluntad. Él, hijo de Laufey rey de los gigantes del hielo, siendo dios del engaño y príncipe de la discordia, tenía medios de sobra para protegerse de todo salvo de sí mismo; su naturaleza comenzaba a cambiar sin que lo tomara en cuenta, poco a poco iba convirtiéndose en el dios del mal que sería próximamente… Pero eso aún debía llegar, de modo que se limitó a continuar oculto y ver una pequeña parte de cuanto le rodeaba desde el ártico, refugiado entre el hielo, donde casi se sentía como en su auténtico hogar.
   No estaba inquieto porque le buscaran, La Tierra era precisamente el lugar donde se encontraba más seguro. Nadie sospecharía que continuaba allí  después del poco afortunado asunto de Los Vengadores…

   Alex había tenido lo que se entiende por una semana de mierda. Cernida en su horizonte se alzaba una conjunción de esas cosas fascinantes que sólo le podían pasar a una en el peor de sus momentos. La llamada de su madre fue sólo el comienzo: conteniendo la emoción, la mujer acabó por confesarle que sí, que finalmente volvía a casarse con el retrasado mental –en sentido figurado– que tenía por pareja. Pero eso, se dijo mientras bajaba la persiana del pequeño negocio abierto meses atrás, era sólo uno de sus tantos problemas.
   La cosa no iba bien, indudablemente. Los clientes, una selección de personas que vestía y maquillaba con maña adquirida durante tantos años de oficio, parecían no requerir sus servicios como antes. La tienda –o bombonera, como la llamaban sus amigos–, ubicada en un cándido rincón de Oregón, hacía serios esfuerzos por sobrevivir al azote económico mientras Alex veía agitarse los expositores donde descansaban la ropa y accesorios que diseñaba y cosía con mimo. Sólo hizo doscientos dólares de caja en una semana, con eso no podía pagar el alquiler, ni por supuesto el sueldo de Yvainne, ni la gasolina, comer… Echó el candado y fue hacia la Streetbob aparcada junto a la puerta. Tenía un plan: llegaría a casa, se pondría cómoda, puede que trabajara un poco mientras tomaba un té caliente –hacía tanto frío que lo iba a necesitar–, y el lunes regresaría para enfrentarse una vez más a la odisea de sobrevivir con un negocio propio en tiempos como estos.
   Su levita de cuero bailó por encima de la nieve que marcaban los neumáticos mientras regresaba a casa, atravesando un camino anegado en curvas.

 
   Transcurrieron unos meses antes de que se decidiera a dejar su refugio helado. Meses de meditación donde intentó comprender qué había salido mal en un plan que se le antojó perfecto. A ráfagas recordaba las palabras de aquel hombre de S.H.I.E.L.D. que le disparó desde el suelo. No, el problema no fue que él no tuviera el carisma necesario o la determinación para lograrlo, tampoco fue cosa de su ejército, ni siquiera del hombre de hierro, el ser verde, ni del soldado; el problema fue Thor, como siempre. Él y su fijación por hacer fracasar cada plan que emprendía... También recordaba lo que dijo, y no lo hacía a ligera: le preguntó si se creía superior a los humanos y ante su respuesta dijo que no había comprendido nada, que debía ser como ellos para poder gobernarlos.
   No lo quiso reconocer –jamás lo haría–, pero aún viniendo de él aquellas palabras anidaron en su mente. ¿Cómo podía ser posible? ¿Qué hizo Thor durante su estancia en La Tierra? ¿Acaso se volvió un ser inferior gratuitamente? ¿Fue así como vivió todo aquel tiempo? Le pareció impensable, aunque sólo al principio. Quizá el comentario de aquella estúpida mole rubia encerrara algo de lo que él pudiera sacar provecho. Ese fue el motivo por el que decidió quedarse: estudiar a las hormigas con detenimiento, desde cerca, en el anonimato, pasar desapercibido… Aquello fue lo que más le costó asimilar al semidios: largas jornadas dedicó meditando la teoría de su hermano imbécil, pero finalmente llegó el momento, se decidió a dejar el ártico, volver a mezclarse con aquellos seres inferiores y observar sus movimientos. Estaba preparado para afrontar la experiencia y disfrutarla. Fuera como fuere les haría experimentar sus poderes, comprobaría su capacidad de aguante y su cordura, no los subestimaría como la otra vez, pero por ello no dejaría de divertirse con los humanos como sólo sabe hacerlo el dios de las travesuras.
   Era de noche, una noche de nubes bajas, nieve y bruma. El camino no estaba iluminado cuando levitó hasta apoyar los pies en la calzada. Escuchaba el rugido de un motor y casi podía ver las luces del vehículo aproximándose a gran velocidad. Podía escuchar la canción estridente, podía ver al conductor despreocupado dando un trago más a la botella de whisky.
   Tres…
   Dos…
   Uno.
   Las luces iluminaron su silueta mientras Jerry, alarmado, se percataba de que había alguien en la calzada dando un volantazo. Los frenos chirriaro cuando la dirección se bloqueó por el brusco giro de volante. Un grueso tronco hizo las veces de freno deteniendo el descenso que podía haber acabado con su vida. El coche quedó con los faros aún encendidos, los intermitentes parpadeantes y la mitad delantera hecha pedazos.
   Aturdido, Jerry intentó bajar del vehículo. Sentía un intenso dolor de cabeza mientras buscaba al tipo de la carretera rezando todas las oraciones que conocía. Si había atropellado a un hombre, jamás podría perdonárselo... Caminó torpemente hasta que sufrir un fuerte mareo que le hizo caer al suelo. Loki, impertérrito, observaba la escena desde el mismo punto donde empezó.
El humano estaba malherido, agonizante...
   –Sería una lástima dejar que padecieras el dolor de una muerte terrible –dijo extrayendo de su abrigo una pequeña daga con la que atravesó su sien–. Te libero del dolor, Jerry.
   El cuerpo de Jerry se estremeció, pero al instante quedó quieto sobre la nieve. Loki casi pudo distinguir una sonrisa de agradecimiento en sus labios…
   Comenzó a desvestirlo con cuidado, con mimo. Le quitó las botas de caña, los pantalones vaqueros, el jersey con capucha y los guantes para ponérselos él a continuación. No podía pasar desapercibido entre los humanos con sus ropas asgardianas; aquel traje era mucho mejor que el suyo en lo que a anonimato se refería. Arrastró el cuerpo detrás de la furgoneta y allí, arrodillado junto a él, puso las manos en su pecho concentrándose para hacer que desapareciera  enviándolo muy lejos, a algún lugar donde flotaría durante la eternidad descomponiéndose poco a poco.
   «Mejor no» dijo Loki. Sabía dónde enviar el cadáver desnudo de Jerry para que éste apareciera en el cielo, produciendo una tremenda excitación...
   El cuerpo se esfumó envuelto en luz. 
  Bien, ya estaba vestido y estaba entre ellos, ahora debía integrarse. Todo funcionaba. Tendría que inventar una historia coherente y… Escuchó un nuevo sonido de motor, éste más débil y a la vez más musical que el de la furgoneta. Sin un plan mejor decidió ocupar el asiento de Jerry,  simular que había sufrido él el accidente no era tan mala opción.

   –¿Pero qué? –Alex se quitó el casco sujetando la moto entre las piernas. Lo dejó colgado del volante mientras se acercaba a la furgoneta todavía con el motor y las luces encendidas–. ¡Madre mía…! –Exclamó al ver que había alguien dentro del vehículo–. ¿¡Estás bien!?
   –...
  –Oh, Dios… – A Alex le temblaban las manos, tenía el estómago revuelto. Intentó aproximarse a la puerta del conductor para ayudarle, pero antes de llegar el accidentado salía por su propio pie–. ¿Estás bien? –Repitió histérica.
   –Sí.
   –¿Te has hecho daño?
   –¿¡Cómo me voy a hacer daño!?... ¿Cómo se llama este lugar?
   –¡Joder, seguro que tienes una conmoción! ¡Te habrás golpeado la cabeza! –Le dijo Alex tomándolo del brazo para prácticamente arrastrarle hasta la moto.
   Loki se dejó llevar un tanto extrañado por la reacción de la humana.
   –¡No tengo casco para ti! ¡No sé si te lo puedes poner con el golpe…! ¡MIERDA DE PUTA SEMANA! Agárrate fuerte –gritó prácticamente anclando las manos de Loki a su cintura–. No quiero que encima te mates por el camino.
   –No te preocupes, soy inmortal.
   –Estupendo… Definitivamente te has dado en la cabeza.
  En Amapol Citric XX, amanecía un rosáceo y perfumado día perfecto. Las habitantes de aquel divino planeta desrrulaban rulos cobalto de largas y brillantes cabelleras verdes, saludando un nuevo día desde la puerta de sus casas florales para empezar con las labores de glamour, como cada día desde que aquel maravilloso mundo era mundo.
   La actividad planificada por la diosa menor Manicura, consistía en una reunión de todas las habitantes del pequeño planeta en la plaza de la fuente de Diorizen, donde daría lugar el ancestral ritual religioso de coloreado de pezuñas. Todo transcurría con normalidad hasta que  un grupo de amapolixx comenzó a gritar despavorido señalando al cielo. Flotando en el aire, salido de la nada, en cueros, había llegado El Anticitrics, tal como rezaban las antiguas escrituras...

Versículo 97846: Y una mañana de ritual anciano, aparecerá en el cielo El Anticitrics desnudo, mostrando el báculo marmóreo con el que sembrará el terror por siempre entre las amapolixx.

   Cortesía de Loki, por supuesto.
- See more at: http://pandoracc.blogspot.com.es/2013/01/fanfic-el-rethorno-de-loki.html#sthash.RpdRWHhr.dpuf
Envueltos en luces, los dos hermanos reemprendían el camino de regreso a casa. Loki esposado, amordazado, era la bestia que Thor pretendía arrojar a los pies de Odín: finalmente cumplió su misión... o eso pensaba mientras Los Vengadores separaban sus caminos, sus vidas, una vez restaurada la calma.
   ¿Y por qué su hermano no se percató de lo que estaba ocurriendo? Porque Loki era superior a él, siempre, en todos los aspectos. El muy idiota no reconoció que su copia, el mejor trabajo que Loki había hecho en cosa de duplicación, era la que agarraba el teseracto y viajaba con él a través de la luz, entre dimensiones y galaxias, para que la paz volviera a reinar en La Tierra. Presintió la furia que sentiría cuando tan fácilmente como se dejó atrapar, desapareciera... Tal como supuso, en cuanto el falso Loki soltó la mayor fuente de energía conocida en el universo, Thor se separó del cubo y salió despedido para quedar, como merecía, perdido en los confines del universo.
   Mientras todo esto sucedía, el auténtico Loki seguía oculto en la tierra, pero en un lugar que se encontraba tan lejos de todo ser viviente, que jamás podrían haberlo encontrado sin que así fuera su voluntad. Él, hijo de Laufey rey de los gigantes del hielo, siendo dios del engaño y príncipe de la discordia, tenía medios de sobra para protegerse de todo salvo de sí mismo; su naturaleza comenzaba a cambiar sin que lo tomara en cuenta, poco a poco iba convirtiéndose en el dios del mal que sería próximamente… Pero eso aún debía llegar, de modo que se limitó a continuar oculto y ver una pequeña parte de cuanto le rodeaba desde el ártico, refugiado entre el hielo, donde casi se sentía como en su auténtico hogar.
   No estaba inquieto porque le buscaran, La Tierra era precisamente el lugar donde se encontraba más seguro. Nadie sospecharía que continuaba allí  después del poco afortunado asunto de Los Vengadores…

   Alex había tenido lo que se entiende por una semana de mierda. Cernida en su horizonte se alzaba una conjunción de esas cosas fascinantes que sólo le podían pasar a una en el peor de sus momentos. La llamada de su madre fue sólo el comienzo: conteniendo la emoción, la mujer acabó por confesarle que sí, que finalmente volvía a casarse con el retrasado mental –en sentido figurado– que tenía por pareja. Pero eso, se dijo mientras bajaba la persiana del pequeño negocio abierto meses atrás, era sólo uno de sus tantos problemas.
   La cosa no iba bien, indudablemente. Los clientes, una selección de personas que vestía y maquillaba con maña adquirida durante tantos años de oficio, parecían no requerir sus servicios como antes. La tienda –o bombonera, como la llamaban sus amigos–, ubicada en un cándido rincón de Oregón, hacía serios esfuerzos por sobrevivir al azote económico mientras Alex veía agitarse los expositores donde descansaban la ropa y accesorios que diseñaba y cosía con mimo. Sólo hizo doscientos dólares de caja en una semana, con eso no podía pagar el alquiler, ni por supuesto el sueldo de Yvainne, ni la gasolina, comer… Echó el candado y fue hacia la Streetbob aparcada junto a la puerta. Tenía un plan: llegaría a casa, se pondría cómoda, puede que trabajara un poco mientras tomaba un té caliente –hacía tanto frío que lo iba a necesitar–, y el lunes regresaría para enfrentarse una vez más a la odisea de sobrevivir con un negocio propio en tiempos como estos.
   Su levita de cuero bailó por encima de la nieve que marcaban los neumáticos mientras regresaba a casa, atravesando un camino anegado en curvas.

 
   Transcurrieron unos meses antes de que se decidiera a dejar su refugio helado. Meses de meditación donde intentó comprender qué había salido mal en un plan que se le antojó perfecto. A ráfagas recordaba las palabras de aquel hombre de S.H.I.E.L.D. que le disparó desde el suelo. No, el problema no fue que él no tuviera el carisma necesario o la determinación para lograrlo, tampoco fue cosa de su ejército, ni siquiera del hombre de hierro, el ser verde, ni del soldado; el problema fue Thor, como siempre. Él y su fijación por hacer fracasar cada plan que emprendía... También recordaba lo que dijo, y no lo hacía a ligera: le preguntó si se creía superior a los humanos y ante su respuesta dijo que no había comprendido nada, que debía ser como ellos para poder gobernarlos.
   No lo quiso reconocer –jamás lo haría–, pero aún viniendo de él aquellas palabras anidaron en su mente. ¿Cómo podía ser posible? ¿Qué hizo Thor durante su estancia en La Tierra? ¿Acaso se volvió un ser inferior gratuitamente? ¿Fue así como vivió todo aquel tiempo? Le pareció impensable, aunque sólo al principio. Quizá el comentario de aquella estúpida mole rubia encerrara algo de lo que él pudiera sacar provecho. Ese fue el motivo por el que decidió quedarse: estudiar a las hormigas con detenimiento, desde cerca, en el anonimato, pasar desapercibido… Aquello fue lo que más le costó asimilar al semidios: largas jornadas dedicó meditando la teoría de su hermano imbécil, pero finalmente llegó el momento, se decidió a dejar el ártico, volver a mezclarse con aquellos seres inferiores y observar sus movimientos. Estaba preparado para afrontar la experiencia y disfrutarla. Fuera como fuere les haría experimentar sus poderes, comprobaría su capacidad de aguante y su cordura, no los subestimaría como la otra vez, pero por ello no dejaría de divertirse con los humanos como sólo sabe hacerlo el dios de las travesuras.
   Era de noche, una noche de nubes bajas, nieve y bruma. El camino no estaba iluminado cuando levitó hasta apoyar los pies en la calzada. Escuchaba el rugido de un motor y casi podía ver las luces del vehículo aproximándose a gran velocidad. Podía escuchar la canción estridente, podía ver al conductor despreocupado dando un trago más a la botella de whisky.
   Tres…
   Dos…
   Uno.
   Las luces iluminaron su silueta mientras Jerry, alarmado, se percataba de que había alguien en la calzada dando un volantazo. Los frenos chirriaro cuando la dirección se bloqueó por el brusco giro de volante. Un grueso tronco hizo las veces de freno deteniendo el descenso que podía haber acabado con su vida. El coche quedó con los faros aún encendidos, los intermitentes parpadeantes y la mitad delantera hecha pedazos.
   Aturdido, Jerry intentó bajar del vehículo. Sentía un intenso dolor de cabeza mientras buscaba al tipo de la carretera rezando todas las oraciones que conocía. Si había atropellado a un hombre, jamás podría perdonárselo... Caminó torpemente hasta que sufrir un fuerte mareo que le hizo caer al suelo. Loki, impertérrito, observaba la escena desde el mismo punto donde empezó.
El humano estaba malherido, agonizante...
   –Sería una lástima dejar que padecieras el dolor de una muerte terrible –dijo extrayendo de su abrigo una pequeña daga con la que atravesó su sien–. Te libero del dolor, Jerry.
   El cuerpo de Jerry se estremeció, pero al instante quedó quieto sobre la nieve. Loki casi pudo distinguir una sonrisa de agradecimiento en sus labios…
   Comenzó a desvestirlo con cuidado, con mimo. Le quitó las botas de caña, los pantalones vaqueros, el jersey con capucha y los guantes para ponérselos él a continuación. No podía pasar desapercibido entre los humanos con sus ropas asgardianas; aquel traje era mucho mejor que el suyo en lo que a anonimato se refería. Arrastró el cuerpo detrás de la furgoneta y allí, arrodillado junto a él, puso las manos en su pecho concentrándose para hacer que desapareciera  enviándolo muy lejos, a algún lugar donde flotaría durante la eternidad descomponiéndose poco a poco.
   «Mejor no» dijo Loki. Sabía dónde enviar el cadáver desnudo de Jerry para que éste apareciera en el cielo, produciendo una tremenda excitación...
   El cuerpo se esfumó envuelto en luz. 
  Bien, ya estaba vestido y estaba entre ellos, ahora debía integrarse. Todo funcionaba. Tendría que inventar una historia coherente y… Escuchó un nuevo sonido de motor, éste más débil y a la vez más musical que el de la furgoneta. Sin un plan mejor decidió ocupar el asiento de Jerry,  simular que había sufrido él el accidente no era tan mala opción.

   –¿Pero qué? –Alex se quitó el casco sujetando la moto entre las piernas. Lo dejó colgado del volante mientras se acercaba a la furgoneta todavía con el motor y las luces encendidas–. ¡Madre mía…! –Exclamó al ver que había alguien dentro del vehículo–. ¿¡Estás bien!?
   –...
  –Oh, Dios… – A Alex le temblaban las manos, tenía el estómago revuelto. Intentó aproximarse a la puerta del conductor para ayudarle, pero antes de llegar el accidentado salía por su propio pie–. ¿Estás bien? –Repitió histérica.
   –Sí.
   –¿Te has hecho daño?
   –¿¡Cómo me voy a hacer daño!?... ¿Cómo se llama este lugar?
   –¡Joder, seguro que tienes una conmoción! ¡Te habrás golpeado la cabeza! –Le dijo Alex tomándolo del brazo para prácticamente arrastrarle hasta la moto.
   Loki se dejó llevar un tanto extrañado por la reacción de la humana.
   –¡No tengo casco para ti! ¡No sé si te lo puedes poner con el golpe…! ¡MIERDA DE PUTA SEMANA! Agárrate fuerte –gritó prácticamente anclando las manos de Loki a su cintura–. No quiero que encima te mates por el camino.
   –No te preocupes, soy inmortal.
   –Estupendo… Definitivamente te has dado en la cabeza.
  En Amapol Citric XX, amanecía un rosáceo y perfumado día perfecto. Las habitantes de aquel divino planeta desrrulaban rulos cobalto de largas y brillantes cabelleras verdes, saludando un nuevo día desde la puerta de sus casas florales para empezar con las labores de glamour, como cada día desde que aquel maravilloso mundo era mundo.
   La actividad planificada por la diosa menor Manicura, consistía en una reunión de todas las habitantes del pequeño planeta en la plaza de la fuente de Diorizen, donde daría lugar el ancestral ritual religioso de coloreado de pezuñas. Todo transcurría con normalidad hasta que  un grupo de amapolixx comenzó a gritar despavorido señalando al cielo. Flotando en el aire, salido de la nada, en cueros, había llegado El Anticitrics, tal como rezaban las antiguas escrituras...

Versículo 97846: Y una mañana de ritual anciano, aparecerá en el cielo El Anticitrics desnudo, mostrando el báculo marmóreo con el que sembrará el terror por siempre entre las amapolixx.

   Cortesía de Loki, por supuesto.
- See more at: http://pandoracc.blogspot.com.es/2013/01/fanfic-el-rethorno-de-loki.html#sthash.RpdRWHhr.dpuf

Cuarta temporada Dentro del Laberinto.


A nuestros queridos ovejos y ovejas.
Ya comentamos algo respecto a un nuevo formato, la cosa quedó en el aire porque tenía que quedar, pero bien, hoy os vais a enterar de todo.
¿Qué implica el nuevo formato? Que hemos descubierto una web muy chula donde colgar completa la cuarta temporada de Dentro del Laberinto. Sí, sí, habéis leído bien: LA CUARTA TEMPORADA ENTERA :)
¿Por qué? Porque os lo merecéis. Habéis estado con nosotras al pie del cañón tres temporadas anteriores siguiendo esta historia, y en la cuarta (última) os merecéis un regalito <3
Si os decimos que esperamos lo disfrutéis igual nos quedamos cortas. Lo que esperamos en realidad es haber cumplido vuestras expectativas y darle a esta preciosa historia un nuevo final parecido al que todas soñábamos.
A las teclas Maripa:
Mil gracias por haber seguido esta aventura, ovejillas, de verdad que se os quiere. Ver que el trabajo de una es apreciado y seguido no tiene precio. Espero que la cuarta temporada sea lo que pretendí: un regalo bonito que hacer a las ovejas más majas de la red.
Disfrutar bonit@s.

A las teclas Marime:
Pero no penséis que por llegar al final del Laberinto la cosa se acaba: para nada majos. Tenemos más fanfics, nuevos proyectos, nuevas incorporaciones y mentes viciosillas a rebosar de ideas. Ha llegado uno de los finales pero niños y niñas: THE SHOW MUST GO ON (o WTF se diga, que ya sabéis que no piloto el inglesvejo xDDDDD).

En un par de semanas, quizá un mes, sabréis más de nosotras, porque tenemos una cita en el blog, una cita ineludible además.

Abrigos, calcetines, gorros, guantes de lana y lo que queráis ¿vale?
Ahora a disfrutar <3

El enlace:

http://es.scribd.com/doc/168361497/Fanfic-Laberinto-Cuarta-Temporada

Podéis leer o descargarlo (mola el sitio ¿eh? jur jur jur... Lo usaremos a menudo)

¡¡Besos enormes y lanudos!!



HEMOS VUELTO BEEEEEEEE



Los fotógrafos del National Geographic nos han pisado los cascos to el verano, que lo sepáis xDDD

Bueno, pues eso, que ya estamos de vuelta y venimos con sorpresitas y nuevos formatos:

-¿Nuevos formatos? ¿Qué dices?
-Sí, sí, tía, nuevos formatos. Hemos hecho un algo molón pa innovar.
-Ohhh... ¿Y cuándo pensabas informarme, cabra?
-¡Perdona eh!... ¡Cabra me llama la jodía! ¡Oveja soy a mucha honra!
-Vale vale, pero ¿de qué va eso del nuevo formato?
-Espérate, que en cosa de días lo descubres todo.
-Ole ole... digoo... BEEEE BEEEE
-xDDDDDDDDD

Y también con nuevas historias porque al fin vamos a publicar el Fanfic de Loki de MariMimi.

-Jojojojojojooo...
-Sep tía, sep, ya tocaba, que la mujer esta nos dio permiso hace un cuanto.
-JojojojojojoLOKIjojojojojo
-Jojojojjojoj...

Y bueno, más cosicas que iréis viendo.

¡¡Bienvenid@s de nuevo!! ¡¡Esperamos que hayáis tenido un verano estupendástico!! xDDDD



Colaboreitors: Hoy MariMimi y Jane Eyre

Bueno, pues llega el momento de subir un relato que nos envió Mimi (Miriam Alonso) autora de la novela Sabor Euforia (que nos encanta hasta el dolor más dolorosoooo beeeeeebeeee nnnnnnngggggggggg Toooom!!! <3 <3 <3 <3 <3).
Y como esta muchacha es escritora, pues nos envía un relato marivigílico de un par de personajes de novela. 
Jane Eyre es una obra que actualmente sigue siendo muy vendida y nos sentimos ovéjamente satisfechas teniendo algo relacionada con ella en el redil. Ya, que me lío. Aquí tenéis el relato: 

RECETA MAGISTRAL

Aquella noche Jane despertó con un escalofrío. La casa continuaba sumida en un profundo silencio, tanto así que cuando notó el denso olor a humo colándose por debajo de la puerta y se puso a gritar, nadie parecía compartir techo con ella. Jane corrió y se aferró al brillante pomo metálico, desesperada; si no lograba abrirla moriría, ese sería el final. Durante toda su vida fue una desdichada ¿por qué la muerte tendría que esperarle plácida?
–¡Señor Rochester! –gritó arañando las jambas. Era como si alguien hubiera trancado por fuera y le condenara a perecer ahogada–. ¡Señor Rochester! –se desgañitó Jane Eyre clamando por su vida.
–Jane, Jane...
–Por favor déjeme salir, por favor...
–Jane, despierta.
Jane abrió los ojos. Estaba en su dormitorio, el señor Rochester sujetaba el paño que Mary utilizó para humedecer su frente durante las jornadas de fiebre y tos.
–Tenías una pesadilla.
–Había humo –dijo ella incorporándose todavía sofocada–. Humo por todas partes.
–Solo el de mi cigarrillo... Debí apagarlo cuando entré –comentó levantándose de la butaca para lanzarlo por la ventana–. Como ves no soy buen enfermero.
–Usted no tiene que cuidarme, debería estar durmiendo.
–No podía –dijo mientras ella se cubría recatada con las sábanas–. Iba con Pilot hacia el estudio cuando te escuché toser y vine para ver cómo te encontrabas.
–Bien señor Rochester, ya puede marcharse.
–¿No quieres que me quede? –Jane le miró sin comprender.
–Estoy bien señor, no hace falta.
–De niño, cuando me sacudían las fiebres –comenzó sentándose de nuevo–, mi madre solía aplicarme compresas como estas por todo el cuerpo –dijo agitando el paño para que lo viera–. Son más efectivas cuando no se ponen solo en la frente, ¿no crees?
–No lo sé señor Rochester.
–Es de lógica, si el calor está en todas partes ¿por qué centrar el enfriado en una sola? –Jane guardó silencio, tenía tal dolor de cabeza que le costaba atender a su señor–. ¿Quieres que te aplique frío, Jane? Te repondrás antes.
–No. Se lo agradezco, pero lo que quiero es cerrar los ojos, me duele muchísimo la cabeza.
–¡En efecto! Ese es otro de los síntomas de las odiosas gripes: un dolor de cabeza agudo, y bajo los párpados sentirás fuego, sudor frío en las manos... ¿me equivoco?
–No –dijo apoyando la cabeza sobre el almohadón, mareada.
–Tengo algo que puede ayudarte, ¿de veras no quieres que lo haga?
Pero Jane no respondió, había cerrado los ojos e intentaba que el dormitorio dejara de dar vueltas. Antes de perder la consciencia llegó a escuchar los pasos del señor Rochester saliendo de la habitación, no escuchó cómo volvía a abrirse la puerta. Ni siquiera sintió que se sentaba junto a ella en la cama, tampoco le oyó susurrar:
–Esto te hará bien, Jane. Verás como te recuperas pronto.
El señor Rochester le quitó de encima las mantas. Jane se adivinaba bajo las sábanas, empequeñecida por la semana convaleciente. También las hizo a un lado con delicadeza dispuesto a no perturbar su sueño una vez más. El lazo que cerraba su camisón de franela ataba a mitad de cuello. Era en ese punto donde debía aplicar la primera friega de eucalipto y tomillo macerados en aceite, receta maestra que llevaba siglos en la familia Rochester.
Acercó una de sus enormes manos para tirar del lazo suavemente, el cuello de su querida Jane Eyre se descubrió al instante; podría haberlo rodeado con solo una mano, pensó. El señor Rochester se humedeció los dedos y los llevó hasta su garganta masajeándola con delicadeza. Se había excitado al contacto, pero no era elegante reconocerlo, ni siquiera si se lo confesaba a sí mismo.
El siguiente punto se encontraba un poco más abajo, en el pecho. Temiendo despertarla trató de deshacer el nuevo lazo con más cuidado. Su respiración era agitada, la de Jane completamente calma. Poco a poco el señor Rochester se abrió paso por ambas entradas al camisón hasta dejar los pechos de Jane expuestos. Temblaba humedeciendo su mano con la mezcla magistral, miraba a la institutriz y la veía pálida, completamente quieta, pero ellos... eran pezones rosados, libres de contacto masculino, vírgenes: se sentía un monstruo por desearlos. Jamás podría perdonarse, rezaba en silencio mientras cubría con la palma el pequeño pezón.
Su entrepierna se quejaba, también tenía fiebre y sufría terribles tormentos. El señor Rochester no lograba mantenerse erguido junto a Jane, la naturaleza punzaba, empujaba para que le cayera encima y entrara en ella sin dilación, pero debía contenerse, era el señor y Jane un ser puro, casi mágico, debía soportar aquella exquisita tortura con ahínco.
El siguiente punto donde aplicar el aceite era la espalda. Rochester ya no pudo contenerse y tiró de la institutriz con tantas ganas como el bulto de su pantalón tenía por liberarse. Jane gimió al quedarle colgando la cabeza, después del forcejeo.
–¿Estás despierta? –preguntó el señor Rochester con las mejillas coloreadas de vergüenza–. ¿Jane?...
Perdóname bruja, soy un ser despreciable y tu encantamiento es poderoso en mí. No he podido evitarlo –dijo besándola antes de quitarse de encima.
El señor Rochester abandonó el dormitorio botas en mano, camisa al hombro y pantalón a medio desabrochar.
Llegado el día Mary acudió puntual a su cita. Acostumbraba la criada a abrir cortinas y ventanas para airear el ambiente cargado en las cámaras de los convalecientes. Cuando contempló a Jane Eyre con el camisón abierto se echó las manos a la cabeza.
–¡Por favor señorita! –dijo bien alto para que despertara del todo–. ¡No me extraña que usted enferme si a la noche se quita toda la ropa!
–He tenido un sueño extraño –dijo Jane incorporándose entre los almohadones mientras recomponía los lazos de pecho y cuello.
–Por supuesto hoy se sentirá peor que ayer, así no lograremos que se recupere.
–Me siento bien... –comentó gratamente sorprendida. Podía respirar con fluidez, desde que se encamó no se había visto con fuerza para levantarse o bajar a desayunar–. ¿Está el señor en la casa?
–Sí señorita, en su dormitorio.
–¿Qué hora es? –preguntó la institutriz temiendo haber dormido demasiado.
–Las ocho, señorita.
–¿Y por qué está el señor Rochester todavía en su dormitorio?
–Ha enfermado de gripe, lo mismo que usted.
–Lo lamento, quizá sea culpa mía. ¡Dios santo, puede que le haya contagiado! –exclamó preocupada.

 –No es posible, el señor Rochester nunca se acerca a los dormitorios de enfermos. Ya sabe lo cuidadoso que es para estas cosas.  



Mimi Alonso

Ale, ya estáis tardando en ir al blog de nuestra hamija (http://pandoracc.blogspot.com.es/a hacerle la ola xDDD 




Fanart laberínticoooo!!!!!


Holaaaaa!!!!

Os dejamos por aquí un fanart que nos ha dejado una oveja anónima super maja y discretísima jejejejej

¡¡¡Gracias MariAnónima!!! 
¡¡¡Lametón de lana pa ti!!!









Fin de la temporada


Nos vamos a vivir aventuras al Iunaited quingdom de toa la vida. Ale maj@s... ¡¡A pastar!!
xDDDDDDDDDDDDDDDD



Para más info, leeros el último capi, encontraréis una nota al final. 

¡¡¡GRACIAS BONICOS!!!


Fanfic Dentro del Laberinto. Capítulo 36


DE VUELTA AL MUNDO REAL



–¿Cómo que ha escapado? ¿Quién lo liberó?
En cuanto llegaron al castillo, después de asegurarse que Sarah estaba allí, Jareth dio una vuelta de reconocimiento a todo lo demás. Odiaba pensar que en cuanto la viera tendría que soportar el juicio de sus ojos inquebrantables.
–Al parecer su ilustrísima majestad bajó a los calabozos y algo ocurrió. El prisionero atacó a un guarda y…
Jareth ya se encaminaba escaleras arriba. Como no podía ser de otro modo, los acontecimientos peleaban para que tuviera que reencontrarse con Sarah más pronto que tarde.
El castillo estaba bañado en un silencio extraño. Pese a que los goblins heridos “los que pudieron caminar”, llegaron a casa antes que él, todo su pueblo parecía estar al tanto de lo ocurrido en el hormiguero. Bajaban el rostro al pasar a él, escuchaba susurros acallados por el miedo cuando abandonaba las salas del palacio, nadie le recibió calurosamente ni le miró a la cara.
Subía las escaleras hasta el dormitorio. Todavía no había sufrido el mayor de los castigos que era encontrarse con ella, explicarle lo ocurrido, Sarah debía comprender que cuanto hizo lo hizo por salvarla a ella: todo siempre había sido por ella.
Abrió la puerta del dormitorio sintiendo pesar, pero Sarah no estaba allí. Nada se había movido, era como si se hubiera esfumado. La idea de que desapareciera le llenó de inquietud que sólo se mitigó al encontrarla, una vez salía de la habitación, caminando hacia él por el pasillo.
–Sarah… –acertó a decir mientras la presión hacía mella en su garganta.
–Me voy.
Jareth presentía que esa iba a ser su primera reacción.
–No puedes marcharte.
–¿Por qué? –preguntó mientras entraba en el dormitorio.
–Correrías peligro ahí fuera.
–¿Más peligro que contigo? –ni siquiera le miró a la cara.
–No me juzgues, princesa –pero entonces sí lo hizo. Levantó su furiosa cabeza y le clavó aquellos ojos que destilaban ira y desprecio a partes iguales–. Sarah…
–¿Quién era?
–Se llamaba Sofía.
–¿Era humana?
–Sí.
–¿La amabas? –calló antes de responder. ¿Cómo decirle que la amó una vez, antes de conocerla? ¿Cómo explicárselo todo?
–No.
–Ella sí te amaba a ti.
–Lo sé.
–La dejaste morir.
–Era ella o tú.
–No tendría que haber muerto nadie.
–Te equivocas; las hormigas…
–Cállate Jareth, no quiero saberlo.
–Pero Sarah, tienes que entender que…
–NO QUIERO SABERLO –el rey de los goblins cerró la bocasometido a las órdenes de aquella pequeña figura que, de espaldas a él, continuaba su juicio implacable.
–No puedo dejarte marchar.
–Prometiste que lo harías cuando quisiera hacerlo.
–Lo sé, pero…
–Lo prometiste. Claro que también prometerías que estarías a su lado, que la amarías siempre, la guardarías… pero la llevaste allí para morir.
–Sarah…
–Si no me dejas marchar habrá dos muertes en tu conciencia porque te juro, rey de los goblins –dijo Sarah llorando lágrimas de rabia volviéndose hacia él–, que acabaré con mi vida antes de dejar que me toques de nuevo.
Jareth se desmoronó sufriendo la fiereza de su reina, por la que había puesto el mundo del revés y sacrificado tanto.
–No podré vivir sin ti.
–Muere entonces –dijo ella avanzando con el brazo levantado hacia su prometido. Se detuvo antes de golpearle: ¿cómo había sido capaz? ¿Cómo podía haber hecho algo tan horrible?–. Llévame de vuelta a mi mundo –dijo intentando calmarse–. No quiero volver a saber nada de ti.
Levantó el rostro para fijarlo en el de ella. La creía, decía la verdad.
–No me abandones –rogó–. No es lo que parece, yo sólo quería salvarte.
–¿A qué precio?
–Sofía no era nadie, nadie para mí y nadie para ti. ¿Por qué vas a renunciar a todo lo que teníamos por ella?
–Porque Sofía era como yo, era humana, ¡hasta nos parecíamos físicamente! Ahora ya no existe por tu culpa.
–La conocí antes que a ti, pero en cuanto supe que tenías el libro, en cuanto te via los siete años, Sarah, jugando preciosa en el parque, no pude resistirme y me enamoré. Te cuidé y esperé, hice todo cuanto quisiste.
–Me sé la historia: te llevaste a mi hermano, me torturaste, quisiste que me casara contigo a la fuerza, disfrutaste de mi miedo, te reíste de mí…
–Nunca me he reído de ti, y sí, hice todas esas cosas, pero las hice porque te amaba.
–Témeme, ámame y yo seré tu esclavo… –dijo Sarah rememorando las palabras del rey.
–Tuve que hacerlo, tuve que hacerlo ¿¡por qué no lo comprendes!? –gritó cayendo ante ella de rodillas.
Se aproximó a su oído para pronunciar lo que meses atrás no pudo decir:
–No tienes poder sobre mí.



Cuando abrió los ojos se encontraba en el parque. Su cuerpo estaba medio sumergido en un estanque de agua donde jugó antes de viajar al reino de los goblins. Había dos personas a su lado, hablándole, pero Sarah no lograba entender cuanto decían. Intentaban levantarla del suelo, cosa poco complicada cuando ella se sentía como flotando constantemente.
Al poco, el tranquilo parque se convirtió en un hervidero. Las ambulancias, la policía e incluso la prensa aparecieron en menos que un pájaro batía las alas. La envolvieron en una manta, le dieron una bebida caliente mientras continuaba desubicada, temblando. No podía creer que estuviera de vuelta, que hubiera sobrevivido a Jareth, ni que fuera ella en vez de Sofía la que continuara respirando.
El reencuentro con sus padres hizo que finalmente le cayeran lágrimas de alegría por sus mejillas. ¿Dónde estuvo? ¿Qué le ocurrió? ¿Había desaparecido? ¿Le habían hecho algo? ¿Podía hablar?... Por supuesto seguía teniendo la facultad del lenguaje, pero no quiso despegar los labios, sólo se abrazó con fuerza al cuello de su padre mientras era trasladada al hospital más cercano.
Transcurrieron meses hasta que la situación se restableció. La gente que formaba parte de su entorno no podía más que observar cómo Sarah luchaba por recuperar una memoria que no había perdido. Fue más sencillo así, diciéndoles que no recordaba nada, que aquella semana que pasó lejos de casa, para ella fue como un minuto. Su padre y su madrastra intentaron hacer que la normalidad volviera al hogar, pero cada vez que Sarah veía a su hermano sentía un nudo en el estómago que le acompañaba lo que quedara de día. También le ocurría cuando pensaba en sus amigos, solos a manos de Jareth.
Vació el dormitorio de cuanto pudiera recordarle a él, dudó sobre deshacerse o no del tocador porque  también el espejo y su reflejo en él la inquietaban. Finalmente decidió dejarlo.
Su vida se detuvo sólo una semana, quién lo diría. Sus exámenes de acceso continuaban fechados para dentro de un mes, sus pocas amigas seguíanpreocupadas por las parejas del baile de graduación, por los vestidos, por la música, mientras ella no podía quitarse de la cabeza la muerte de Sofía, el reino que había dejado atrás y a su prometido. Una noche dándose un baño entre lágrimas de desesperación resolvió vivir por ambas, ser la de antes con todos los conocimientos que tenía la de ahora, rehacer su vida por las dos y olvidar la idea de encontrar a la familia de Sofía costara lo que costase. Desde ese momento las cosas mejoraron. Sarah pudo reír de nuevo, ver la televisión y leer alguna revista para despejarse, incluso retomó los estudios a tiempo para sacar una nota mediocre que le abrió las puertas de acceso a la universidad.
Volvió a ver a sus amigos, a disfrutar de un batido y a mirar la vida como un regalo que le había sido otorgado por una fuerza superior a cualquier otra.
Seis meses después del accidente, como le llamaba su padre, las cosas ya iban bien.
Sarah quiso hacer una carrera relacionada con la ciencia, dejar la fantasía fuera de su vida era precisamente lo que necesitaba, por más que le costase, y las ciencias farmacéuticas le otorgaron la posibilidad.
Estudiaba un grueso vademécum aquella tarde en el lugar que más le gustaba de la biblioteca, junto a la ventana, hasta que Bill se sentó a su lado. Bill era un compañero de clase, un chico amable que le sonreía curioso de cuando en cuando.
–¿Cómo lo llevas?
–Lo intento –dijo Sarah. Tenía un leve dolor de cabeza debido al esfuerzo que le suponía concentrarse en letras tan pequeñas. 
–¿Quieres que salgamos a tomar algo?
–Claro –dijo Sarah. Su amiga Kate había insinuado el interés que Bill tenía por ella, pero hasta ese momento, cuando la biblioteca estaba anegada de chicas y se acercó a su mesa, Sarah no la creyó.
–Voy a por mis cosas –comentó él, deportista y moreno de ojos almendrados, mientras se dirigía a una mesa próxima.
–De acuerdo.
Sarah le vio meter los libros en la mochila. También ella recogía los suyos cuando miró por la ventana. Le pareció ver una figura allí, quieta, en el parque del claustro, le pareció que alguien la observaba, pero desechó la idea: no quería que el miedo volviera a formar parte de su cotidianidad.
Se incorporó colgando la mochila al hombro mientras Bill la esperaba ya en la puerta de la biblioteca. No obstante antes de marcharse, echó una nueva ojeada por la ventana, y entonces sí, entonces se estremeció.
Era él, allí estaba. De nuevo.






 
FIN DE LA TEMPORADA, SHURMANOS!

Querid@s, nos vamos de vacaciones.
Que no Panda el Cúnico que volveremos (todo tiene su por qué, pero en éste caso es porque me reclama un proyectillo que verá la luz allá por junio jojojojojo). El blog no se queda desierto, no, never, maj@s. Iremos publicando poquito a poco cosas que nos vais mandando, como por ejemplo el chachifantástico fanfic de Loki que está escribiendo una de nuestras ovejillas ilustres. Además de eso también colgaremos fanarts de nuestras ilustrísimas lanudas ilustradoras (valga la redundancia) y un sin finch de cosas.
Pasaremos por aquí constantemente, así que si quieres que tu Fic o tu Art sea publicado en éste espacio, déjanos un comentario con tu correo electrónico, dirección de Facebook (habemus Facebook! ¿Lo sabías? http://www.facebook.com/pages/Marivigilias) o algo donde podamos localizarte (ya sabes que tenemos activada la moderación de comentarios, así que no te preocupes que tus datos no van a salir a verse publicados en ningún lado).
Bueno, y volviendo al Fanfic ¿qué tal? ¿Cómo habéis vivido ésta temporada con las hormigas y la madre que las parió a todas xDDDD? ¿A que nunca os habíais parado a pensar que podían ser tan hijoputescas? Os voy a contar un secreto:
el pasado agosto me fui a veranear por tierras nórdicas, pa variar. Estaba yo sentada con un amigo en modo prado total (sí, sí, aquello de la mantita a cuadros rodeados de verde) cuando empiezo a notar que me pican las piernas. Claro, alucinada me hayo, empiezo a sacudirme y ¡SORPRESA! Hormigas explorando mi cuerpo. Ya lo habéis supuesto, pero sí: de ahí salió la idea de que los malos malotes de ésta temporada fueran estos bichitos. Ains... qué momentazos, por favor  xDDDDDDDDDDDDDD.
Bueeeeno, ya nos contaréis cosas, bonicos ovejos nuestros.
Estoy pensando que voy a hacer un cartelito o algo para que se vea más mejor que estamos de vacaciones poco oficialmente jajajajaj.
En serio, no os cortéis en enviarnos vuestras cositas :D





¡¡Un lametón, gentecilla!!
¡Gracias por acompañarnos en éste viaje al Laberinto!




Fanfic Dentro del Laberinto. Capítulo 35


SACRIFICANDO A LA REINA



-Así que ya podemos empezar –dijo la reina. Por la comisura de su boca fluía un líquido espeso, como si estuviera ya saboreando las entrañas de Sofía.
-¡Jareth, por favor! ¡Yo te amo! –gritaba desesperada ella mientras un pequeño ejército la rodeaba para servir en bandeja.
Jareth sudó frío, vergüenza, silencio y llanto bajo la mirada incrédula de Sarah.
-¡Haz algo! ¡Sálvame!
-¿Por qué crees que iba a hacerlo, porque eres su reina? No, su ilustrísima majestad, el rey goblin sólo se preocupa por el rey goblin. Pregúntale a su súbdito –invitó la reina con un desafío.
Sarah sintió por vez primera los ojos de Sofía puestos sobre ella. Ojos verdes anegados en lágrimas, ojos brillando entre mechones de su oscura cabellera. Incluso la forma de su cuerpo era similar, sólo que Sofía era un poco más alta y tenía el vientre levemente redondeado mientras Sarah era portadora de una delgadez evidente.
-¡Mátala a ella! –gritó-. Es igual que yo, ¡mírala! –rogó a la reina hormiga mientras ésta atrapaba su cintura entre las pinzas.
-Ella no me sirve, sólo tu vientre –dijo mientras un sonoro crujido se apoderaba de la sala del trono entre las jaleosas hormigas- y tu corazón –atravesó el pecho de Sofía con una de sus patas- pueden devolverme lo que es mío…
Sarah gritó, corrió hacia aquella mujer que estaba siendo terriblemente cercenada, pero las hormigas la detuvieron. Estiró la mano a pocos pasos de ella como estaba, y sintiendo la férrea presión que hacía cerró los ojos, se retorció de angustia, vomitó viendo las salpicaduras de sangre manchándole la ropa, los trozos de carne salpicando el suelo, mojando su cara…
Escuchó el mismo ruido que haría alguien al atragantarse, y acto seguido dos golpes en el suelo. La mano de Sofía la arrastró, pero Sarah no quiso mirar. Se quedó allí, de espaldas a la reina hormiga que continuaba haciendo ruidos mientras los órganos de la víctima entraban en su estómago.
-Llevaba tanto tiempo deseando que llegara éste momento, rey goblin… –dijo la reina con voz teñida de desprecio-. Ahora márchate, maldito. Abandona éste hormiguero y… -un gruñido escapó entre sus fauces-. ¿Qué? ¿Qué me pasa? –preguntó dirigiéndose primero a las hormigas para detenerse después en Jareth-. ¡Me has envenenado! –Su enorme panza comenzó a moverse como si tuviera vida propia-. ¡Maldito seas Jareth! ¡Me has engañado! ¡Ésta no es la reina! –Los ojos de la hormiga se detuvieron en Sarah, que seguía a unos pasos del cadáver de Sofía-. ¿Es ella? ¡Seguro que es ella! ¡Es la reina, traédmela! –Gritó a su ejército mientras intentaba alcanzarla por sus propios medios.
Su vientre se abría, sus fluidos escapaban del interior, mientras la mitad de su cuerpo se convertía en un cascarón seco. Cuando estaba a punto de alcanzar a Sarah, Jareth espada en mano, rebanó la pata de la reina hormiga así como las cabezas de cuantos intentaron tocarla.
-Ella es la reina –dijo a borbotones mientras se vaciaba casi por completo en el suelo-. Me has engañado…
Y con éstas últimas palabras, entre estertores mortales, dejó de moverse.
-¡La reina ha muerto! –Proclamó Jareth alzando los brazos-. Me proclamo rey del hormiguero desde éste instante. Os exijo pleitesía y obediencia. Cuidaré que siempre haya azúcar y comida a vuestra disposición mientras seáis fieles a mí, hormigas.
Se hizo un silencio sólo roto por los primeros susurros que asentían al acuerdo. Las hormigas no tardaron en saludar al nuevo rey y arrodillarse con todas sus patas.
-Os quedaréis en el hormiguero hasta nueva orden, mientras tanto yo y la reina –Sarah levantó la cabeza separando la vista por primera vez de la mano de Sofía, que permanecía rígida en el suelo. A Jareth el gesto no le pasó por alto- seremos los mejores monarcas que jamás hayan gobernado éste pueblo. Ahora salid, organizaos y custodiadnos hasta nuestro reino, allí recibiréis instrucciones precisas de cómo…
Sarah no escuchó más. Abandonó la sala en aquel preciso instante seguida por la mirada preocupada de Jareth.
Tampoco esperó que los demás abandonaran el inmundo agujero. Comenzó a caminar sin pensarlo, aunque sus pasos la llevaran al lugar del que salió enamorada, convencida, al rescate de su príncipe en problemas…
No quería volver a verlo, jamás.  

Horas después Jareth dejaba el hormiguero seguido por sus nuevos súbditos, pensando en Sarah, en la mano que tendió a Sofía y en sus lágrimas, pero sobre todo en aquella mirada de desprecio que le dedicó antes de perderse por la estepa, alejándose del auténtico monstruo que ahora gobernaba el hormiguero.

Maripa

¡SE ACERCA EL FIN DE LA TEMPORADA, MARIS!


Fanfic Dentro del Laberinto. Capítulo 34



LA TESTIGO



El rescate finalizó antes de lo que ella hubiera deseado. En cuanto salió a campo abierto, dos jornadas después de abandonar el castillo, temió haberse perdido, pero aún así continuó caminando en busca de alguna referencia de las que Hoggle le había proporcionado.
Lo fatídico fue que según iban pasando las horas y los días, Sarah se percataba que pese al cambio de paisaje alrededor, las planicies del hormiguero donde se daba lugar la contienda, no aparecían. Mirara al lado que mirase sólo podía distinguir montañas cuando no bosques, nada de planos, nada de desiertos áridos… Nada de nada.
Aquella segunda noche durmió cerca del bosque decidida a no internarse demasiado en la frondosidad –todavía recordaba lo fatídica que resultó su anterior exploración, cuando acabó perdida en el coto privado de Morgan-. En ésta ocasión debía pasar desapercibida, hacer el menor ruido posible, ni siquiera encendería un fuego para no delatar su posición a los malditos enemigos. Se acurrucó, y cubriéndose con una capa gruesa que se alegró de haber metido en el macuto, quedó dormida prácticamente al instante sin sospechar que encontraría una desagradable sorpresa cuando abriera los ojos.
Todavía el cielo seguía oscuro cuando comenzó a sentir que le caía tierra sobre la capa. Movió un par de veces la cabeza aún dormida, como resistiéndose a despertar, hasta que de pronto fue un golpe la hizo incorporarse asustada. La habían encontrado, la rodeaban, nueve hormigas en círculo mostrando sus repugnantes bocas abiertas, se le aproximaban amenazadoras… La sacudieron un par de veces más hasta que se puso en pie alerta, intentando que todas entraran en su ángulo de visión. Había sido una estúpida, ¡debió internarse!
Las hormigas la rodearon y empujaron mientras ella trataba de dialogar, igual que hizo con las de los calabozos, las exploradoras, que seguramente habrían aprendido a hablar mientras el resto del hormiguero sólo conocía su propia lengua. Como se detuvo un par de veces, finalmente una hormiga optó por golpearla con fuerza en la espalda y acto seguido en las piernas. Querían dejar claro que era una prisionera… A Sarah no le cupo la menor duda.


-Así que finalmente aquí tenemos al Rey goblin y a su reina, por supuesto…
Jareth y Sofía fueron escoltados a través de laberínticos canales hasta la sala del trono, donde la Reina hormiga permanecía tumbada de costado, ocupando prácticamente una décima parte del lugar.
Jareth no dejó de percatarse del repugnante volumen que había ganado en un centenar de años, y de cómo su piel, presentaba heridas y sequedades por donde parecía fluir un líquido vomitivo, néctar para las demás hormigas, que era engullido con ansia por el ejército.
-He venido a negociar la rendición –dijo Jareth severo tomando a Sofía de la mano. Pero la reina parecía estar atendiendo a un revuelo que se había levantado entre su pueblo.
-¡Traed al ser ante mi presencia! –Declaró al fin. Acto seguido un reducido grupo de soldados abandonó la sala internándose en el agujero que se abría metros por detrás de Jareth y Sofía-. Ahora negociemos tu rendición.
-Me marcharé de aquí si permites que mi ejército regrese al palacio.
-Tu ejército ya ha regresado al palacio… –siseó la hormiga- los que podían caminar, como acordamos.
-¿Cómo que los que podían caminar?
-He ordenado dar muerte al resto.
-¿Qué demonios dices? ¿Por qué? –Preguntó Jareth lívido.
-Porque no podían andar –la hormiga hizo un sonido similar que haría un elefante al carcajearse-. Qué divertido es todo esto… Mírate: tú y tu reina postrados ante mí.
Se formó un pequeño revuelo entre las hormigas que acabó por extinguirse cuando Jareth volvió a tomar la palabra.
-Eres un monstruo, Amzúa.
-¿Un monstruo yo? –Preguntó sorprendida la reina-. Si yo que he ordenado acabar con el sufrimiento de tus goblins heridos soy un monstruo, ¿qué eres tú, que ordenaste acabar con la vida de millones de mis súbditos, incediaste los conductos de los no-natos, convertiste mi reino en un infierno de llamas y humo en el que billones padecieron, y después me echaste de mi palacio para ser tú, amo y señor, de todo por lo que yo había peleado?... ¿Seguro que soy un monstruo?...
-¿Qué está diciendo? –Preguntó Sofía con la boca abierta.
-Cállate –respondió él a la evasiva antes de dirigirse a la Reina hormiga-. Ahora eso da igual, aquí me tienes ¿qué más quieres de mí?
-Sabes perfectamente lo que quiero.
-No, no lo sé.
-Oh, sí… Cuando me echaste te llevaste algo muy valioso de mí, y créeme que he estado luchando para recuperarme y volver a parir larvas que eviten la muerte de mi hormiguero, pero no funciona, necesito más.
-¿No estarás hablando en serio…?
-¡Quiero lo que sólo una reina puede darle a otra -dijo señalando a Sofía-: su corazón, para  devorarlo y recuperar mi juventud, y su útero para que reviva éste –dijo señalándose el final de la cola de gusano- que casi me arrancaste por completo!
-¡Jareth! –Sofía temblorosa daba fuertes tirones a la mano cerrada en torno a su muñeca.
-¡Quiero tu reino, infame gobernante de los goblins! ¡Quiero que cada uno de tus goblins perezca! ¡Quiero verte estremecer de dolor frente a mí!
-Es mi reina, mi amor, no está en el trato. Nunca te la entregaré –dijo el rey monótono, como si hubiera ensayado el discurso miles de veces.
Al escuchar aquellas palabras la reina hormiga se exaltó. El movimiento de su cuerpo hizo que el armazón de metros y metros de corredores sobre sus cabezas se estremeciera.
-¡ES MÍA, JARETH, ME LA DEBES!
Un silencio sepulcral inundó la sala, sólo atenuado por los gemidos de pánico que Sofía no podía contener.
-Está bien.
-¡JARETH! –Gritó la chica dando fuertes tirones para liberarse. Miraba a un lado y a otro buscando una salida de aquel infierno-. ¡JARETH TÚ ME AMAS! ¡NO!
-Toma a mi reina y que ésta guerra termine.
La boca de la hormiga se abrió en lo que debía ser una sonrisa triunfal. El desproporcionado vientre osciló un par de veces en ésta ocasión lleno de excitación por lo que acababa de ocurrir. Se alzaron gemidos entre las hormigas, gemidos de victoria indudablemente. La reina miraba a su pueblo complacida, vencedora, cuando se detuvo en grupo de súbditos que rodeaban a la prisionera, como congelada entre un mar de soldados.
-Parece que mis exploradores traen una sorpresa –dijo al rey de los goblins que había soltado la muñeca de Sofía para que el ejercito la arrastrara hasta las fauces de su verdugo, entre gritos y patadas-. Tu goblin será testigo de éste glorioso momento. ¡Traedla aquí!
-¿Mi goblin? –Se repitió en voz baja extrañado, percatándose de lo que acababa de decir aquel gusano de cinco toneladas.
Se volvió levemente, casi con curiosidad, para echar un vistazo sobre su hombro…
Sarah estaba allí, lo había escuchado todo. Miraba a Sofía y luego a él para regresar la vista a la hormiga y de nuevo a él, con sus ojos verdes abiertos como platos, muda de la impresión, incrédula ante lo que estaba a punto de suceder.
Jareth quiso morir.
Ella sería el testigo goblin que iba a presenciar el asesinato de Sofía.

Sabor Euforia YA A LA VENTA Wiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


¡¡¡¡¡¡Ovejas y ovejos del mundo!!!!!! NOTICIACA!!!!!!! 
Mimi, Pandora_cc más conocida por otros, acaba de sacar a la venta su primera novela ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡SABOR EUFORIA!!!!!!!!!!!!!!!!
¡¡¡Mu locas, nos volvemos mu locas!!! 
Ella ya nos habló de éste proyecto hace mucho tiempo y estábamos esperándolo como agua de mayo. Marimé ya se lo ha leído y yo estoy llegando al final y ¡¡¡¡¡¡ME MEGA MUERO OVEJAS!!!!!! TENÉIS QUE LEÉROSLO, O SEA RECOMENDADÍSIMO NO, LO SIGUIENTE. 

Os dejo el enlace al blog de Mimi y también el post que ha preparado para ATENTAS: 

¡¡¡¡¡el sorteo de una caja de bombones entre los gustadores de su página de facebook!!!!! 

Yo ya me he apuntado. Mi identidad secreta está entre los seguidores de ése sorteazo ¡jarl! Quedaré expuesta como le pasó a Iron man xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

Ale, ahí os dejo el enlace a su blog (http://pandoracc.blogspot.com.es/2013/01/sabor-euforia-ya-la-venta.html) y os copio el anuncio de nuestra chica:





Parecía imposible, después de todo el esfuerzo invertido, de las revisiones infinitas y de tantos otros temas varios, finalmente ESTAMOS EN EL AIRE.



Sabor Euforia, mi primera novela
¡a la venta en Amazon! 
 
 
 
 
¿Cuál es el sabor euforia? ¿Es emoción? ¿Felicidad? ¿A qué sabe exactamente?... Gala Duarte, una ilustradora deseando realizar sus sueños, se encuentra con la oportunidad de triunfar que siempre estuvo deseando.

Esta novela narra un trepidante viaje donde la alegría, la ilusión, el amor, la pena y tantas otras vivencias cotidianas, bailan íntimamente con la visión de las grandes multinacionales respecto a los sueños.

¿Qué es Sabor Euforia? Una aventura en seis días cuya acción se ubica en ese maravilloso mundo alejado de todo lo conocido.

La portada, una maravillosa combinación de técnicas pictóricas, corre a cargo de la exitosa ilustradora digital y tradicional Medusa Dollmaker. Autodidacta y mercenaria; entre sus clientes y publicaciones figuran: ‘Cabaret’ de Planeta DeAgostini, Edebé, Welovefine, Norma Editorial, Bohemme o Ballistic publishing.
 



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Hey en serio, seres lanudos del mundo: NUNCA OS VAMOS A PODER RECOMENDAR MÁS ALGOOOOOOOO LEEDDDDDDDDDDD!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


Fanfic Dentro del Laberinto. Capítulo 33 + NOTICIAS


33. EL RESCATE



Facice lloraba. Había recibido la carta y leído con ansiedad para encontrar la peor de las noticias. Pelusilla, su gran amiga, estaba en el castillo mientras ella era un mar de lágrimas en el jardín. No pudo seguir trabajando, apenas podía sujetar la regadera con la mano. Arrugando su delantal entró al castillo con los ojos enrojecidos. Pero no fue con ella con quien se encontró en el recibidor, fue con Sarah que bajaba las escaleras, aquella mañana,  relajadamente: había conseguido dormir toda la noche por primera vez desde hacía demasiado tiempo.
–¿Facice? ¿Qué te ocurre? ¿Por qué lloras? –Dijo tomándola del diminuto brazo. La goblin no acertaba a mirarla de frente sumida en la desesperación.
–Señora… –dijo agarrándose a la falda de Sarah–. ¡Están perdidos!
–¿Cómo que están perdidos? –Preguntó ella sintiendo su corazón latir precipitadamente.
Su Ilustrísima Majestad intentó contener su propia angustia para dejar salir la de la goblin, que lloraba desconsolada aferrada a su delantal. No respondió las preguntas que hizo, casi ni podía hablar, pero no fue necesario: sacó de su delantal arrugado la carta recibida desde el frente y se la entregó a Sarah, que comenzó a leer sintiendo el corazón a punto de escaparle del pecho.

“…se los han llevado a los dos, el rey no tuvo más opción que obedecer y salir a rastras del campamento. Estos monstruos nos han rodeado y están matando a los heridos, mi esposa querida. Tengo miedo porque ésta es la última vez que hablaré contigo, y lo haré por carta. ¡Oh Facice! Rehaz tu vida, no me llores. Ten el bebé que siempre quisimos con otro que pueda estar a tu lado…”


No pudo continuar leyendo.


Cinco días antes Jareth comenzó a urdir el único plan inteligente que se podía llevar a cabo: debía entregarse y acabar con el padecimiento de sus soldados.
Avistar al hombre pantera fue esclarecedor: tenía que hacer algo. Y lo hizo… De qué manera. Aquella misma noche escribió una carta a la reina de las hormigas exponiendo sus condiciones para la rendición: los goblins debían ser tratados con dignidad, dejarían que regresaran al castillo los que pudieran hacerlo por su propio pie, no haría magia mientras estuviera en el hormiguero, y lo que era más importante, finalmente le daría cuanto deseaban.
Habían ganado.
Tres días más tarde las hormigas les rodearon. Eran legión, eran miles, ¡millones de monstruos! Jareth abandonó su tienda de campaña de la mano de Sofía, que miraba a todos lados espantada. Jamás imaginó que el enemigo fuera tan fiero, siempre quiso creer que aquella guerra era una exageración y las hormigas inútiles insectos. Sólo cuando una comisión kilométrica los custodió al hormiguero, comenzó a tomar conciencia.
–¿Qué van a hacernos?
–No lo sé, somos prisioneros de guerra.
Pero sí lo sabía, iban a matarlos a los todos, por eso envió aquella carta declarando sus condiciones para la rendición. En cuanto vio cómo se movían las tropas de las hormigas, aquella maldita pantera blanca y la disminución de goblins entre sus filas, supo que era lo único que podía hacer para salvarlos.
–Camina, rey goblinz –siseó una hormiga amenazándole con su afilada antena del tamaño de una espada, naciéndole en la cabeza.
–Jareth tengo miedo.
–Todo acabará pronto –declaró. Tomando a Sofía de la mano iniciaron el camino hacia el hormiguero.



–Pero Sarah, yo no puedo.
–Claro que puedes.
–No, no puedo.
–Hoggle, por favor –rogó agotada–. No me hagas esto. Necesito que te quedes al frente del castillo y de todo hasta que vuelva. Van a matarlo… –dijo intentando no romper a llorar con su amigo delante–. Tengo que ir a salvarle.
–Pero ¿cómo lo vas a hacer, querida? ¿No te das cuenta de que no puedes luchar contra un ejército con miles de soldados llevando sólo a los goblins que quedan en el castillo?
–No vendrán conmigo. 
–¿Cómo? –Preguntó incrédulo–. ¿Me estás diciendo que vas a ir hasta allí tú sola? –No hizo falta que respondiera. La determinación que pudo ver en la cara de Sarah lo hizo por ella.– No puedo creer lo que dices, te condenarás también a muerte.
–Es que Hoggle, si lo matan… Yo no podré… ¡Tengo que intentar salvarle!
–Sarah por favor…
–¿Puedo salir del reino sin atravesar otra vez el laberinto? –Preguntó pensando en la cantidad de tiempo que perdería al atravesarlo.
–No te lo diré, ¡no permitiré que te suicides! –Replicó su amigo.
Pero finalmente nada pudo hacer para que cambiara de idea. Hoggle despidió a Sara entre abrazos, besos y ruegos para que no se marchara. Le dijo que Jareth era listo y seguramente aquello sólo era otra de sus estrategias para salir vencedor en la liza, pero no la pudo convencer. Resignado, acabó por llevarla junto a una enorme tinaja de barro donde debía introducirse para alcanzar los conductos de mantenimiento, y allí girar siempre a la izquierda; así alcanzaría una escalerilla que la llevaría directamente a la salida del reino, donde tenía que caminar tres jornadas para alcanzar el frente.
Le abrazó. Si no iba a volver a verle nunca, si realmente estaba en lo cierto, no quería marcharse sin hacerle saber que era una de las personas más importantes de su vida.
Asomado en lo más alto del castillo, Hoggle no tuvo fuerzas para verla marchar.

 
«Aguanta Jareth –dijo Sarah saliendo del agujero al otro lado del reino de los goblins, cuando topó con un paisaje árido y desolador–. Ya estoy en camino, aguanta un poco más».






Maripa



Ola ke ase xDDDDDDDDDDDDD 
No, no nos hemos vuelto llamas, seguimos en el redil ovejero, pero pero traemos buenas nuevas. 
Una de nuestras ovejillas empieza a publicar un Fanfic, un Fanfic de Loki de Los Vengadores que no os podéis perder, en su blog, chatas. Lo colgaremos también en éste blog pa vuestro deleite, pero de todas formas pa las que sean to ansias, os dejamos aquí la dirección: http://pandoracc.blogspot.com.es/

La otra noticias es que esa misma ovejilla publica su novela en breve (nos han soplao que antes de febrero) y... Ohhhh God!!! Os La Recomendamos Muchíiiiiiiiiiiiiiiiiiiisimo jajajajajjajajajjajajjja

Ale majos, ta lue y gracias!!!

Fanfic Dentro del Laberinto. Capítulo 32.


32. GIROS A LA DERECHA. 



Podía, por supuesto que podía. Las escuchó en la celda y también las noches siguientes cuando despertaba entre pesadillas. Había sido tan imbécil como para soltarle, por eso Jareth no la dejaba bajar allí, para que no hiciera idioteces, pero tuvo que bajar, por supuesto... Pensaba cuando se sentía tan débil que un poco de brisa intensa podía hacerla rodar por el suelo. Pero, pero... No siempre era así. Constantemente repetía la conversación con Morgan en el calabozo, justo antes de su ataque: Sofía y las constantes idas y venidas de Jareth al castillo. El exprisionero lo había logrado, Sarah desconfiaba de Jareth tanto como podía hacerlo de su laberinto.
Si no se hubiera mostrado tan extraño con ella, si no le hubiera dado por tratarla de aquellos modos no habría bajado a la celda a hablar con Morgan, mucho menos le habría liberado, pero todo resultaba tan fuera de lo común...


A la misma hora que Sarah despertaba de su pesadilla, Jareth se ajustaba la armadura al pecho con ayuda del goblin más alto de su reino. Partirían hacia la batalla poco después.
El territorio era hostil, un lugar que nunca le agradó donde la supervivencia era prácticamente una utopía. Por eso las envió allí, para que murieran entre agónicos sufrimientos. El primer envite contra las hormigas se produjo antes del amanecer. Jareth cargó con todas sus fuerzas contra el hormiguero secundario, e inmediatamente seguido al principal. Si lograban asaltarlo podrían hacerse desde allí mismo con el otro, mucho más protegido y mucho más grande, dado que en él vivía la maldita reina, un monstruo que debía pesar dos o tres toneladas... repulsiva.
Al medio día se hizo con el secundario. Pateó cabezas con antenas (también sin ellas, afortunadamente eran las de menos) hasta acceder al lugar donde los hormigueros se comunicaban. Llegados a ese punto todo el ejercito goblin tuvo que retroceder. Podía haber previsto que la brecha estaría custodiada por hormigas casi más grandes que él y armadas hasta los dientes, pero enfurecido como estaba no fue previsor. La liza costó más de cien bajas en el ejército goblin y casi las mismas en el hormiguero. Claro que aquellos animales se recuperarían antes, tenían aquella reina fétida pariendo larvas constantemente. Debía pensar un nuevo plan de ataque lo antes posible para llegar hasta ella.
Los pocos que se mantuvieron en pie le siguieron en la retirada al campamento. Allí debían recuperarse lo antes posible porque aguardaba una dura noche de vigilancia y alerta constante, mientras él definía la victoria, meditándola con precisión ésta vez. No podía permitirse perder tantos goblins como había perdido en la brecha.

-¿Cómo estás, qué tal ha ido? -Sofía seguía lívida, desde que Jareth se marchó no había podido siquiera sentarse como una persona normal, sino que estuvo caminando errática hasta verle aparecer en la montura.

Desde que llegara un par de jornadas atrás no había logrado comer. Estaba tan absolutamente aterrorizada por lo que había encontrado de regreso al Laberinto que no podía creer cuanto veía. Nada de aquello era como recordaba, lo que soñó recuperar durante años. En vez de a quiebros y pasadizos, Jareth la había llevado a una guerra. Le había dicho que el laberinto ya no existía, que las hormigas lo habían destruido y por eso tenía que enfrentarse a ellas en pleno campo de batalla. Destruido, pensaba Sofía con el corazón en un puño; destruido sin más.
Comprendía que Jareth estuviera rabioso, dolido y deseando la venganza, comprendía a fin de cuentas que la tratara de modo tan extraño.

-¿Ha ido bien?
-¡No! -Dijo él exasperado. Casi se había puesto a trabajar con los mapas y la sentía con la vista fija en su espalda, esperando respuestas que no quería ni le apetecía dar-. ¿De verdad tenías que preguntarlo? ¿No era evidente? Me fui con cinco mil goblins, he vuelto con menos de dos mil.
-Lo lamento mucho...
-Ahora déjame trabajar.
Sofía, descartando la idea de dejarle solo en aquel duro momento, se aproximó a la mesa llena de papeles donde Jareth parecía estar haciendo esfuerzos sobrehumanos para concentrarse.
-¿Puedo ayudarte en algo? -Preguntó cerca de su oído. Tenía el aliento tan caliente que a Jareth se le erizó el vello.
-¿Puedes mantener la boca cerrada y ¡callarte de una maldita vez!? -Retrocedió dolida.
-Lo siento, sólo quería ver si...
-¿Quieres hacer algo por mí, de verdad lo quieres?
-Claro.
-Sal ahí fuera. Ayuda a curar a los pocos heridos que todavía respiren y déjame solo.
-De acuerdo -dijo Sofía dócilmente. Su amor estaba trabajando, él estaba protegiéndolos a todos, no era un buen momento para decirle que se sentía realmente mal estando allí de brazos cruzados, y también se sentía mal por él, por cómo la trataba... por todo. Deseó que las cosas cambiaran al día siguiente, sin saber que se pondrían todavía más difíciles.


Al amanecer Jareth abandonó el campamento, él solo. Tenía hombres para luchar, pero la fuerza real de su ejército estaba magullada debido a su precipitación. La jornada anterior pensó que se harían con la reina y no lo hicieron. Las heridas de sus mejores hombres iba a ser una culpa arrastrada durante mucho tiempo. Hasta que ellos se recuperaran sólo tenía a unos cuantos trabajadores del castillo, que habían llevado como armas a una liza como aquella, unas cuantas palas y herramientas de cocina, pero ni siquiera la mayoría eligió una letal: un cuchillo, un hacha o algo, no. Muchos de los goblins habían acudido al frente armados con un palo aplanador de masa elaborado en madera, sin más. Tenía que asegurar su posición antes de una nueva embestida.
Escondido tras unos matorrales secos, en su forma de lechuza, esperó y esperó durante horas hasta que sucediera algo que presentía, pero no sabía qué. Ante sus ojos, pero todavía lejana, había una pantera blanca que atravesaba rauda el terreno neutro entre los dos frentes.
No podía creerlo, pero los de Sybare se habían metido en sus asuntos sin el menor decoro. Pensó que quizá cuando su ejercito se hubiera recuperado, comenzaría un ataque al reino vecino. Les enseñaría quién era él, rey de los goblins.


Como no podía ser de otra manera, Sofía le esperaba en pie junto a la puerta de la tienda. Se mostró excitada al verle aparecer. Recompuso su ropa y trató de arreglarse el cabello, aunque debía tener un aspecto deplorable porque con la prisa olvidó meter un cepillo en la maleta.
-¿Todo bien?
-¡No, maldita sea, no va todo bien!
-¿Qué ha pasado?
-Sybare es lo que ha pasado. ¡Malditos entrometidos! ¿Qué diablos hacía una pantera por aquí?
-¿Una pantera? Antes ha venido una al campamento.
-¿Qué dices? -Preguntó Jareth. Por primera vez en mucho tiempo, Sofía había captado por completo su atención.
-Vino a traer esto -dijo tendiéndole un pergamino enrollado-. Espero que sean buenas noticias...
Pero Jareth ya no la escuchaba. Desdobló el papel para leerlo atentamente.

Ya que no te dignas a venir, retendremos a tus mensajeros el tiempo necesario hasta que vengas a reclamarlos.

-Llama a Ucuster, el goblin que se encarga del correo. Quiero que venga a mi tienda ahora mismo.
-Claro -dijo Sofía servicial pero preguntándose cómo podría encontrar a un goblin entre aquel enjambre.


Mientras ella abandonaba la tienda, Jareth tomó papel y pluma, pero no lo hizo para responder a los Sybaros, de ellos se ocuparía en persona: nadie le robaba lo que era suyo, y maldita sea que Dydimus y Ludo lo eran. Aunque se ocuparía de ese asunto en la siguiente carta, por el momento debía escribir a Sarah.
Amor mío.
Primero debo decirte que todos estamos bien aquí. El conflicto ha resultado ser tanto como parecía, pero temo que sea más tedioso de lo que esperaba, por lo que seguramente mi regreso se retrase un poco más de la cuenta. ¿Cómo van las cosas por allí? ¿Te están obedeciendo? No temas ser cruel con ellos, ya sabes cómo es mi carácter... están acostumbrados.
Te extraño Sarah. No hago más que pensar en ti a todas horas. ¿Me extrañas tú? ¿Encuentras nuestra cama gigantesca? La mía lo es. No hay nadie aquí que me consuele, nadie que me sostenga, pero por fortuna todo esto acabará pronto. Regresaré a tus brazos, a tu vientre y seremos felices, estaremos en paz y podremos ser los reyes que el laberinto merece.
Te amo mi vida.
Cuídate por mí, por los dos.
Tuyo, Jareth.



-¿Y qué le pone la carta? -Preguntó Pelusilla.
-Que está bien, pero parece que la cosa se va a alargar un poco -respondió Sarah sonriendo triunfal. No podía estar mintiéndole, no si le decía todo aquello.
-Qué curioso... Facice, la señora de uno de los capitanes se ha echado a llorar después de leer la carta de su marido, aunque bueno ¡igual era de alegría!
-Sí, seguramente... -comentó pensativa.
De modo que los goblins casados también estaban enviando cartas desde el frente...
-¿Dónde puedo encontrar a Facice, Pelusilla?
-Huy, pues donde siempre, en el jardín.
-¿Me llevarías hasta ella?
-¿Cuándo?
-Ahora mismo.
-Pero ahora debe estar ocupándose de las flores. Los tresins de cada semana lo que hace es coger la regadera y...
-Llévame, no me importa qué esté haciendo.
-Por supuesto su Ilustrísima Majestad.

Fueron en busca de la goblin que estaba sola en el jardín, efectivamente regadera en mano. Con los ojos llorosos intentaba cumplir la rutina del tresins, porque al día siguiente, aqcthor debía mantener el jardín trasero.
-Facice, su Ilustrísima Majestad quiere hablar contigo.
-Sí, su Ilustrísima Majestad.
-Facice, hola -saludó Sarah intentando mostrar el mayor tacto posible-. Tengo que hacerte una pregunta un tanto extraña... ¿Me dejarías leer la carta que te ha enviado tu esposo?
-¿Ha hecho algo malo, su Ilustrísima Majestad?
-No, no, no es eso... ¿Me dejarías leerla?
-Por supuesto -dijo sacando un papel arrugado del bolsillo de su delantal-. Aquí la tenéis, su Ilustrísima...
-Llámame Sarah, por favor.
-Su Ilustrísima Sarah.


¡Maldito sea! ¡Debía partirle un rayo por ser tan sumamente mentiroso y manipulador! ¿Por qué le decía que las cosas iban estupendamente cuando los goblins no dejaban de morir a manos de las hormigas? La carta del marido de Facice lo decía bien claro: “nos han asediado, el rey pensó que podíamos entrar por el segundo hormiguero, pero ellas son muchas y fuertes. Mataron a trescientos de mis hombres en un abrir y cerrar de orejas, cariño. Esto es horrible. Todos los heridos están luchando por recuperarse porque el rey quiere continuar el ataque lo antes posible, pero no se da cuenta de que estamos agotados. Si ésta es la última carta que debe llegarte, mi amada Facice, quiero que sepas que...”
Sarah se puso la capa y salió del castillo. Atravesó la ciudad, atravesó el vertedero, atravesó el bosque y el pantano del hedor y continuó recorriendo el laberinto a la inversa de cómo lo hizo la primera vez, hasta llegar a las puertas custodiadas por los dobles naipes.
En esta ocasión sabía exactamente lo que quería y no dudó en echar a un lado al naipe azul para dejarse caer y que las manos la agarraran.

-Otra vez tú por aquí.
-No la llames de tú, es la reina.
-¿Y qué elige la reina: arriba o abajo?
-Elijo aquí. He venido a hablar con vosotras.
-¿Por qué?
-Porque dijisteis que me echaríais una mano.
Cualquier signo que delatara un rostro desapareció, aunque Sarah las escuchó susurrar.
-¿Qué quieres?
-Quiero que me digáis dónde está Jareth.
-En la guerra.
-Eso ya lo sabía. Pero ¿dónde? ¿al norte? ¿al sur?
-Al este, en el reino del exilio.
-Junto al gran risco.
-Atravesando el río.
-Encontrarás un lodazal.
-Y tras él, verás los campos de los exiliados.
-Gracias, parece que nadie quería contármelo -comentó inquieta-. ¿Sabéis por qué?
-No, sólo somos manos.
-Gracias por ayudarme.
-¿Qué elige la reina: arriba o abajo?
-Ésta vez elijo arriba.
-Bien hecho.
-Esperad, esperad -rogó deteniendo el ascenso-. ¿Podré venir aquí a pediros que me echéis otra mano si lo necesito?
-Como desees.
-De acuerdo, entonces no le digáis a Jareth que he estado, por favor.
-Como desees -comentaron subiéndola hasta que pudo agarrarse a la abertura del suelo y escalar el tramo que le quedaba.

Ahora sólo debía regresar al castillo sin olvidarse de que, para hacerlo, sólo debía girar a la derecha.


Maripa

¡¡¡FELIZ 2013 GUAPURAS PELÚAS!!!