Fanfic X-Men: MERCENARIOS. Capítulo 1

Prometimos variedad. Prometimos relatos breves y certeros, y otros más desarrollados. Prometimos no cortarnos un pelo. Y las Marivigilias no mienten. Prometimos un homenaje para una gran amiga y colaboradora nuestra, que no solo está incluso de lejos cumpliendo como una gañana, sino que además nos ha echado una mano a la hora de levantar este blog porque somos unas ovejitas un poco catetas en estas modernuras.
Y lo hemos perpetrado. Esta es la primera entrega de Mercenarios, un fanfic en torno a Víctor Creed que irá progresando con el sudor de nuestra lana, con un guiño especial en cada capítulo a Terry Pratchett. Si los encontrais os ganais nuestro fanatismos eterno.

Como todos los relatos, irán intercalándose aleatóriamente las historias únicas con los continuadas. Así en cada actualización encontrareis una cosa diferente.

Va por ti, Medusilla!
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1.    ¡Mutantes! ¿Mutantes?

Grotesco. Así resultaba el pegajoso crujido que estallaba bajo sus botas al cruzar la entrada del Scarlett. El rastro de cristales rotos se perdía en la penumbra, donde el breve rango de una vela sugería episodios que se repetían en cada mesa: la avidez de una mano capturando un pecho de tarifa obscena, grupos de empresarios ebrios congratulándose unos a otros acerca de cuántos empleados podían aplastar al día, un caballero envuelto en Armani con la mirada perdida en algún tibio rincón del escenario, derivando su mano entre las ingles. Un ciclo de movimientos cortos, familiares. Víctor sonrió, asomando levemente uno de sus colmillos.

Cuánto podría divertirse destripando a cada uno de esos gilipollas.

Paseó la vista de nuevo sobre las demás siluetas. Hombres de alta pecunia, devotos padres y esposos de cara al reino, algún senador...Incluso pudo percibir el fervor carnal de un sacerdote de paisano.


Y ese aroma. Trenzado al resto de insignificantes esencias de la lujuria masculina. Dulce y picante, tentador.

Otro registro llegó a su olfato. Mutantes. Mezclándose con los humanos. Nadie lo apreciaría a simple vista, pero él podía separar el hilo abrumador que desprendían de entre la vorágine de esencias.
Era curioso. En aquel momento transcurría la mayor campaña de la historia contra ellos orquestada por un gobierno caprichoso, adúltero y tirano. Ese era el motivo que los condujo hasta el tugurio que se pretendía fino, vetado a mutantes y era el último lugar donde pensaban encontrarlos. Algo no cuadraba.

Los humanos eran simples. Bastaba montar un circo y educarlos en el odio para mantenerlos mirando hacia el otro lado de sus intenciones poco serviles a la patria. A Víctor no le importaba una mierda patria, hermanos y gobierno. El dinero no entiende de banderas. Cada uno de sus compañeros tenía sus razones. La suya tintineaba en su cuenta corriente. Siempre es eficaz poner un Victor Creed en cualquier misión que requiera pocos escrúpulos y faena bien hecha, especialmente para no tenerlo en contra bajo el patrocinio del otro bando. Y al parecer no era el único con precio. Pese a la absurda contradicción, el gobierno había contratado más de los suyos para cubrir la carencia de habilidad humana. Y muy selectos.

-          Mutantes – su tono discreto fue como un trueno de ultratumba.

-          Entonces este no es el mejor momento.

Paws era un tio enorme, viejo, bonachón, de los que entienden la vida y no se privan. No le disgustaba. Especialmente su habilidad. Su fuerza equivalía a una estampida de elefantes. Aunque realmente, ninguna de las características de los escogidos para la visita al Scarlett era poco apropiada en esas circunstancias. Ya se había encargado él de organizarlo.

Percibió tensión. Aguda. Premeditada. Experta. La justa y necesaria para echar a andar en otra dirección su causa. Paws y él podrían haber masacrado el lugar y cumplido el objetivo sin despeinarse. Joder. Pero aquello estaba atestado de mutantes que, sumados a los humanos, suponían un riesgo interesante. Especialmente cuando una horda de los contratados intuía cómo darle finiquito a un tio capaz de regenerarse y descojonarse en tu cara al mismo tiempo que te abría la garganta.

-          Larguémonos  –gruñó.

Se aproximó sosegado a una mesa vecina y mostró, espléndidamente amplia, una sonrisa como lúgubre tarjeta de visita al caballero que magreaba una de las zorras del local. Detener el viaje de risa, manos y aliento fue todo uno en cuanto Víctor extendió sus garras ante las narices del tipo al coger la cerveza reposada frente a ellos.

-          Estoy seguro de que estás encantado de invitarme – lo pronunció gélido, bajo una mueca alegremente aterradora - ¡Arrow!

La joven mutante no estaba lejos. Escrutaba el escenario. Nadie sabría decir qué circulaba su cabeza. Su gesto era ausente, neutro.

-          ¿Es aquella la chica? – interrogó, señalando a la plataforma donde serpenteaba en una barra de metal  una apetecible hembra. Buen ejemplar. Morena, de rizos agrestes y curvas generosas. 

Enfocando sin mucha complicación, asumió que el excitante aroma dulce y peleón lo provocaba ella. Y también que era una mutante.

-          Sí. La tienen bien custodiada, ¿eh? – su acento era tan jovial como su aspecto, e igualmente frío, calculador…y vacío.

-          ¿Te apetece tomar algo, Arrow? Creo que esta señorita no va a rematar su bebida.

-          Sí, joder, me muero de sed - cogió la copa ajena, surtida de una mezcolanza fría y la apuró de un trago. La pareja empezó a temblar estrepitosamente.



Víctor deslizó una de sus garras desde la garganta al escote de la puta, ajando el escueto vestido hasta el abdomen. Gimió aterrorizada. Le revolvía el estómago la repugnante mezcla que emitía su sobredosis de maquillaje, sudor y perfume caro. Pero su horror resultaba exquisito. Podía paladearlo. Joder, adoraba ese olor. Resultaba orgásmico.

Derramó una carcajada bronca y ojeó su alrededor al percibir el incremento de tensión que despedían los mutantes de la sala. Sí, definitivamente los habían esperado. Ahora sabían que el enemigo estaba en casa. Y ¿Quién quería decepcionarlos?



 
-          ¿Ya estás contento, Víctor?- dijo Trick apremiante, otra de los invitados a la fiesta. Ella se ocuparía de que su fuga fuera confusa como si jamás hubieran puesto un pie en el Scarlett. Creaba ilusiones. Era útil, pero ante semejante turba de mutantes no funcionaría en caso de batalla. Alguno de ellos terminaría averiguándolo. Pero tenía un buen culo.

-          Ahora sí podemos irnos –dijo Víctor, proyectando una sonrisa desafiante a los cuarenta pares de ojos poco humanos que habían comenzado a aproximarse en discreto avance.


Trick disfrazó su retirada, dejando a la furcia recriminando a su acompañante no haber salido en su defensa. Un soberbio bofetón rubricó los últimos sonidos que comenzaban a quedar atrás. Horas más tarde Víctor todavía se deleitaba en carcajadas profundas, celebrando el resultado de su juego.

También se entretuvo reconstruyendo el excitante y goloso aroma de la mujer serpiente. Volverían a buscarla. Estaba impaciente.

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Marime

5 Carminazos:

Pandora_cc dijo...

Oyoyoy como me super mola!
Más ya!! Jajaja

Medusa Dollmaker dijo...

*o* TIAAAAAAAAAAAAAAAAAAS me vais a hacer llorar como si fuera gilipolla profunda T_T Muchas gracias reinas. Echaros una mano es un placer, la Pandorica y yo os adoramos y estaremos con vos hasta el día de nuestro "finiquito"!
xD continuad currando coño!

ana dijo...

Un relato fantástico. Bien elaborado y que engancha. Un placer pasearme por vuestras letras.

Un saludo.

Marime dijo...

Hola Ana! Bienvenida al blog. Tus palabras son un chupito de tequila para nosotras, porque talento no tendremos, pero ganas de entretener, muchas.
Saludos!

Ricardo Miñana dijo...

Un placer pasar por tu casa,
si te gusta la poesía te invito a mi blog.
que disfrutes el fin de semana.
cordialmente.