Fanfic Dentro del Laberinto. Capítulo 18


18. DESPERTAR DE PLAYA Y GOFRES


Había ido a la playa cada verano con sus padres. Quizá por eso aquella mañana soleada y calurosa le evocó el mar, el suave arrullo de las olas calmas, cuando tendida en su toalla no tenía más preocupación que proteger su piel del abrazo solar.


Por un momento imaginó que estaba en casa. Se levantaría, prepararía la bolsa, elegiría el biquini azul y la toalla de surfistas que tanto le gustaba, desayunaría y se adormilaría en el coche para después hacerlo en la arena. Pero no estaba en casa, no tenía el biquini azul, ni a su madrastra con el empeño constante en que se volviera de un lado a otro, para evitar las quemaduras. Tampoco a Merlín jugando con las olas y salpicándole arena. Echaba en falta a Merlín.



–Hace demasiado calor para un soldado –Dydimus se quitó parte de la armadura aligerando a Ambrosius que, agradecido, ladró con aprobación.

–Hace demasiado calor para ser cualquier cosa –añadió Hoggle.

–Díganmelo a mí –Hello pensó que si la temperatura seguía castigándoles así una jornada más, acabaría el viaje siendo una mariposa.

Tenían mucho camino por delante. A un día de Jareth y dos de finalizar el descenso por la colina, el viaje se volvía poco prometedor. Sin embargo no se permitían el lujo de perder un tiempo precioso en la búsqueda de Sarah. Si por fortuna daban con ella antes que Jareth, si a ella no le había pasado nada, podrían sentirse completamente dichosos. Quizá incluso podrían ayudarla, de algún modo, a regresar a casa.



Pero si era Jareth quien la encontraba, su suerte no sería la misma. Cabalgaba a toda velocidad. Su caballo sabía que no era del tipo de jinetes generosos que le dejarían descansar una jornada al menos. Nunca lo había hecho, y menos cuando la premura con que le espoleaba indicaba que el asunto a tratar era urgente. Estaba decidido a exhalar su último aliento cargando a la grupa al rey de los goblins, que pese a su precipitado ritmo y exigencias, siempre le había tratado con amabilidad.



No era amabilidad lo que se preparaba en el castillo para el desayuno. Morgan intrigado, supervisaba la preparación del plato. Pudiera parecer extraño tal comportamiento siendo el señor del castillo un apasionado de la caza, pero es que aquel desayuno no era uno cualquiera. Durante la noche Sarah había hablado en sueños. Quería desayunar gofres, le decía a su madre. Tras charlar con la del servicio, Morgan decidió que si ese era el deseo de la reina, él sería capaz de materializarlo para su disfrute, aún sin saber qué diablos era ese tal "gofre".



Pero la reina deseaba otra cosa para desayunar. Recordaba que de vez en cuando, estando en la playa, se imaginó siendo una mujer casada disfrutando de un día soleado con su marido. Y ese día era un día perfecto. Se besaban en la arena, se besaban en el agua. Siempre se besaban. En aquellos tiempo ni se llegó a plantear que un matrimonio pudiera hacer algo más que besarse sin parar. Pero con Jareth había aprendido que se hacían más cosas, y no necesariamente tenía que estar casada para ello. Estando en el castillo nunca pensó, que echaría en falta despertar a su lado, su olor, o ese brazo fuerte que le rodeaba y atrapaba cuando él todavía estaba dormido.


Le imaginó en la playa, a su lado. La piel blanca de Jareth expuesta al sol que ella adoraba; y supo que si las cosas hubieran sido de otro modo, le habría pedido que la acompañara, aún sabiendo que él no aceptaría. Aunque bien podría haberlo hecho, si tal como le dijo había vuelto el mundo del revés por ella. Tostarse en la arena habría resultado menos costoso. Además, si la hubiera acompañado, habría podido verle en plenitud bajo los rayos del sol, incluso disfrutar del aroma cambiante de su piel allí, a pleno día. Tenerle allí, sediento, entreabriendo unos labios que ella mojaría con los suyos, humedecerle el cabello sumergidos en una danza acuática donde sus cuerpos inevitablemente se encontrarían.


Un cosquilleo se despertó entre las piernas de Sarah. Ella lo recibió con sorpresa y lo acarició una vez tuvo cubierto el rostro con la sábana negra. Tenía los dedos fríos, casi tan excitantes como los de Jareth, siempre helado menos al dejarse ir sobre ella. Exploró esmerada, movida por el deseo, y le evocó nuevamente encima. Se sintió desdichada al no poder provocarse el placer que saboreó en la cama real, cuando todavía el juego de engaños que mantenían no había sido descubierto. Se encontró con el placer al fondo, arriba. Se encontró y se encogió de ganas sintiendo su corazón latir con fuerza, y tras el éxtasis producido por el Jareth imaginario, halló la calma.



Morgan aguardaba con los humeantes gofres en la bandeja. El bulto negro de Sarah, moviéndose bajo las sábanas en completo silencio, disfrutando en soledad egoísta de lo que él deseaba, le había inflamado y amenazaba con volverle loco.


Dejó la bandeja sobre la cama y el dulce aroma flotando en la habitación hasta filtrarse en el escondite de la chica, que emergió entre la oscuridad a tiempo de ver la puerta cerrarse de un golpe furioso.




Maripa


Cómo me mola escribir en el trabajo y que salgan capítulos tan majos como este, ovejas. La lástima es que no haya encontrado una imagen de un buenorro humedecío en la playa, pero bueno, pa que nos evoque, yo creo que esta es suficiente.

Pasad un finde Per-Fec-Tooooooonnnnn... SEA!!!

Súper amores de lana pa vosotr@s!!!!


2 Carminazos:

Gemma dijo...

¡¡¡¡AJA!!!! Por fin la pequeña Sara empieza a darse cuenta de lo que hay: osea, Jareth, Jareth y nadie más... Que buen capitulo

Maripa dijo...

Gracias hermosura.
A ver si se nos espabila la niña, que está costando mucho de criar xD
Bss!