Aquella noche, una semana después
de conocerse y solo días transcurridos desde que huyera de su casa, Damon quiso
sacarla a bailar.
Alyssa no daba
crédito a lo que escuchaba. Hacía años que salía con hombres, muchos, y de
entre todos ninguno dijo nunca algo parecido a “arréglate nena, hoy saldremos a bailar”. Ella se pondría un
vestido beige corte imperio con falda acompañada que combinaría con zapatos
blancos de salón, todo porque supuso que eso era lo que llevaban las mujeres a
quienes sus respectivos llevaban “a bailar”. Además, viendo lo elegante que
había aparecido su pareja, habría desentonado de llevar puesto algo más
informal.
Como si aquella
fuera una película de adolescentes, Damon la esperaba sonriendo al pie de la
escalera. Le tendió el brazo y Alyssa desconfiada, se lo tomó preguntándose en qué momento todo se torcería y
la gente empezaría a perder, además de sangre, cada uno de sus miembros.
No hubo sorpresas demasiado
desagradables, solo que en vez de viajar en coche hasta donde quisiera que
fueran, irían en la motocicleta de gran cilindrada que tenia Damon.
Alyssa no se
dejo amedrentar. Arremangándose el vestido lo necesario para poder montar con
comodidad, espero a que también él se subiera en la moto.
—No sé, estas
en una postura tan sugerente que quizá sería mejor idea dejar la fiesta y que
lo hiciéramos aquí mismo.
—¿Encima de la
moto? ¡No!— dijo ella. No se sonrojó
porque no podía hacerlo más. Con la sugerencia del principio cuando le vio las
piernas tan abiertas, ya había llegado al límite.
—Luego lo
discutimos, ¿te parece? Ahora vámonos.
Dijo antes de
arrancar la moto haciendo un ruido sugerente de que aquel cacharro tenía más
potencia aún de la que parecía.
El lugar que
Damon eligió estaba a las afueras, en esa zona de carreteras y bares
solapándose, donde cualquiera con dos dedos de frente evitaría entrar. No lo
había elegido al azar, ni mucho menos. Damon estaba buscando a alguien, que a
su vez el ayudaría a encontrarse con…
—¡Jim!
—Damon
Salvatore, o excelencia, como gustes —saludó Jim medio en serio medio en broma—.
¿Qué he hecho para merecer una de tus impagables visitas?
Damon, que
había entrado al lugar adelantándose a Alyssa, sonrió con la boca torcida. Apreciaba
a Jim, llevaba muchos años conociéndole y contando con él como uno de los pocos
amigos que le quedaba, pero no tanto para dejarle la cabeza sombre el cuello si
acaso se pasaba de listo. Seguía sosteniendo la puerta cuando echó un vistazo
atrás. Alyssa hablaba con otra mujer, animadas junto a un coche.
—Mantienes el
sentido del humor pese a cómo te ha tratado la vida, lo celebro.
—¿A qué te
refieres? Las cosas me van estupendamente.
—No es lo que
he escuchado, pero de todos modos no empañemos un reencuentro tan agradable con
estas pequeñeces. Cuéntame. ¿Qué tal, Jim? ¿Vas a responder esta noche a mis
preguntas?
—Eso depende
de cuales hagas, Damon —sonrió invitándole a pasar a un reservado.
—Espera, he
venido con una amiga.
Decía cuando
Jim la localizó sin necesidad de añadir mucho más. Alyssa hacía su entrada. Las
medias brillaron al contacto con las luces que ambientaban el salón, a rebosar
de amantes del Rithym & Blues. Intentó localizar a Damon entre la multitud,
aunque él la veía perfectamente.
—Quizá también
sea un buen momento para que yo busque compañía— se relamió Jim—. Creo que mi
cena acaba de entrar en el local.
—¿Te refieres
a la chica del vestido beige?
—¿A quién
sino?
—No te lo
recomendaría. Es mía. Espera aquí.
—De acuerdo —repuso
Jim con seriedad mientras Damon se dejaba ver para Alyssa.
—Hola, no te
encontraba.
—Ya… Escucha,
voy a hablar con alguien, espérame por aquí, ¿vale?
—Claro —asintió
ella confusa.
—Bien.
Alyssa quedó
mirando la chaqueta del traje de Damon, tan elegante como él, quizá más entallada
de lo necesario. Un tipo cerraba las puertas del reservado dedicándole una
sonrisa maligna.
*
—Ahora estamos
solos —dijo Damon antes de agarrarle del cuello y estampar su cabeza contra la
mesa—. Dime Jim, ¿Qué sabes de ella?
—¿De quién? Yo
no sé nada –se quejó lastimoso. Una oleada de repulsión hizo que Damon aflojara
la fuerza entorno a su cuello, momento que Jim aprovechó para cambiar sus
posiciones dejándole a él contra la mesa.
—¿Cómo se te
ocurre venir a mi casa para intentar joderme? ¿Eh?
—No quiero
joderte, gracias, ya ha visto a mi humana —replicó Damon partiéndose de la risa—.
Ahora dime qué sabes de Katherine y quizá deje que vivas cien años más
regentando este estercolero.
Jim exhaló
exasperado antes de comenzar a contar los últimos rumores que se comentaban
respecto al futuro incierto que, mucho tiempo atrás, sufrió su amante.
Minutos después
Damon abandonaba el reservado con el corazón un poco más roto. Echó una ojeada
sin ganas intentando localizar a Alyssa. No tardo en hacerlo, bailaba R&B
en la pista con un tipo que Damon no quería ver, al menos esa noche.
Le vio y
saludó, rogando a su acompañante que le esperara un momento.
—¿Ya has
terminado?
—¿Con quién
bailas, cielo?
—No tengo ni
idea, es un tipo muy simpático —dijo ella mirando atrás.
—¿Hablabas de
mí, Alyssa? Mi nombre no es tipo
simpático, sino Stefan, preciosa. Ahora —dijo mirándola a los ojos— debes
marcharte. Olvida a Damon, olvídame a mí, olvídalo todo. Vete.
—Claro —respondió
ella saliendo del local.
Los dos
hermanos quedaron juntos tras tanto tiempo evitándose.
—¿Qué haces
aquí? —preguntó Damon.
—Lo mismo que
tú —Stefan le sostuvo la mirada, desafiante.
—Márchate, yo
llegué primero.
—Eso nunca te
ha importado demasiado. No tengo por qué preocuparme ahora.
—Damon —dijo
Alyssa que después de abandonar la sala había vuelto a entrar creyendo que
olvidaba algo.
No sabía
reconocer todavía cuando una mente estaba manipulando la suya. Stefan, atónito,
vio a la humana regresar junto a ellos como si no le hubiera ordenado esfumarse
de allí. La chica se les acercaba como si tal cosa.
—¿Qué ocurre?
¿Le has dado verbena?
—¿Disculpa? —preguntó
Alyssa soltándose del brazo que Stefan le agarraba.
—No ha tomado
verbena, ella es más fuerte de lo habitual. No puedes manipularla.
—No lo puedo
creer —decía el impresionado hermano en tanto ella descubría porqué Damon
estaba tan interesado en retenerla.
Alyssa les
escuchaba horrorizada. Solo la querían por eso. Si no fuera más fuerte la
habrían matado hacía semanas.
—Sois unos
putos monstruos, los dos. Alejaos de mí.
Abandonó el
pub para a la carrera.
Vamos con retraso, lo sabemos, lo sabemos jajajaj
#enjoy
Aunque tardemos, aquí estamos.
Venid a vernos a Facebook entre que tal, ovejas!!
https://www.facebook.com/pages/Marivigilias
0 Carminazos:
Publicar un comentario