Los ojos de Damon Salvatore. Parte 2.




Alyssa quedó muda.
—Ahora mírame —dijo él aproximando su taburete al de la chica—, mírame ratoncito… Bien. Vas a acercarte a tus amigos y decirles que vuelves a casa porque estás muy cansada. Después me esperarás en tu coche, ¿de acuerdo?
—De acuerdo —respondió mientras Damon se alejaba, como despertando de un sueño—. Perdona —le dijo—, tengo que volver con mis amigos.
—Hasta pronto —él levantó su vaso de whisky a modo de despedida.
Giselle no comprendió por qué quería marcharse tan pronto, menos todavía en aquel punto de la fiesta donde todo se volvía maravilloso gracias al surfista. Alyssa alegó dolor de cabeza —era lo mejor de haber sufrido un fuerte golpe y la pérdida de memoria: nadie la retenía en ningún lugar si decía que le dolía la cabeza—, recogió su bolso y se marchó. Su amiga no la detuvo a pesar de que no debía conducir por su medicación.
De camino al coche pensaba que ni siquiera tenía sueño. No sabía por qué se marchaba tan pronto, quizá después fueran a algún otro lugar más animado y pudiera divertirse un poco. El hecho de que la puerta del copiloto se abriera sin más ni más, no la alteró en absoluto.
—¿Quieres que conduzca yo? Puede que aún no estés recuperada de tu golpe en la cabeza… —sugirió con doble intención manifiesta.
—¿Cómo sabes que disparé dos veces?
—¿Cómo sé que disparaste, cómo sé que te llamas Alyssa…? No importa, nada importa —dijo acercándose a ella y su cuello desnudo—, solo que estamos en este coche, ¿verdad?
—No en realidad, tú sabes de qué me conoces, pero yo…
—Cierto, cierto, perdiste la memoria… La noche que nos conocimos debí quitarte demasiada sangre.
Los ojos de Alyssa se abrieron mucho con la sorpresa; le reconoció y al momento el terror la poseyó sin dejar espacio para que algún pensamiento racional mediara con el miedo atroz que experimentó, mayor incluso que el día del accidente, podía recordarlo. Echó mano a la manilla de la puerta y tiró. Consiguió abrir solo un par de centímetros porque Damon estaba al otro lado, bloqueándola, mostrando sus blancos colmillos que destacaban en la noche. Solo un pestañeo después volvía a estar en el interior del vehículo.
—Bueno, ahora que nos reencontramos, dejemos los juegos, ¿te parece?
—¿Qué quieres de mí? —se quedó rígida por completo en el asiento del conductor.
—¿No es evidente? —volvía a acercarse como en el pub, con aquellos ojos azules que eran de alguien demasiado mayor para aquel cuerpo, demasiado déspota y cruel. Con los dientes apretados y una expresión feroz, Damon salpicó su aliento por encima de la chica—. Quiero que vayamos a tu casa y lo pasemos bien.
—Por supuesto —dijo ella presa por completo de su embrujo.
Cuando las pupilas de Damon se dilataban frente a otras pupilas, cualquier cosa podía suceder. 
***


—¿Puedo pasar?
—Claro, entra.
Gratamente sorprendido, Damon observó los pequeños detalles que, todos juntos, formaban el hogar de la chica. Para ser camarera había resultado la mar de hábil economizando espacio. Nada tenía que ver aquel lugar con su mansión en Mystic Falls, pero podría sentirse cómodo entre aquellas paredes.
Alyssa aguardó obediente, sentada en el sofá, mientras él curioseaba en busca de una bebida apetecible. Maldecía en silencio, de entre todas las cafeterías atendidas por alcohólicas que había en Estados Unidos, tuvo que ir a visitar la de una abstemia.
—¿No tendrás algo de beber, no?... ¿Me oyes, ratoncito? —frunció el ceño todavía inclinado para intentar ver los estantes más bajos de la nevera—. ¿Ratoncit…?
Un fuerte golpe le calló. Alyssa sostenía rabiosa el extintor de emergencia que robó del trabajo, cuando la cafetería cambió de dueños. Damon se desplomó completamente inmóvil. Continuaba sosteniendo el extintor sobre la cabeza cuando se fijó en su pecho… No respiraba. Dejó la bombona a un lado para acercarse a él y comprobar en la distancia qué había ocurrido. Definitivamente no respiraba. Le entró el pánico. Una cosa era librarse de un gilipollas y otra muy distinta mandarle al otro barrio sin billete de vuelta. Además, le golpeó por la espalda y no encontrarían signos de forcejeo ni nada parecido, por lo que ya se veía en prisión. No habían forcejeado, ni mucho menos, sencillamente todos pensarían que sin más ni más le había golpeado en la cabeza por la espalda.
Hiperventilaba, no podía creerse que tras burlar la muerte encerrada casi dos meses en un hospital, fuera a pasar lo que le quedaba de vida en la cárcel, pero sorprendentemente…
—Eres muy ruda —rugió Damon poniéndose en pie de un movimiento—, y muy, muy, descortés. Acabas de empeorar mi día y dilapidar el tuyo.
La chica tomó de nuevo la bombona intentando atizarle con ella. Damon se movió esquivándola esta vez.
—¡Pero qué coño eres!
—¡¿Dónde tienes la verbena?! —exigió él.
—¿Qué verbena, qué es eso? ¿Por qué no te mueres? —preguntó en un nuevo intento por alcanzarle. Damon, cansado de los ataques, arrebató su improvisada arma haciéndola inservible ante los ojos de Alyssa, que le vio doblar el metal como si fuera papel—. Dios mío…
—Casi —respondió él no menos molesto. Le había roto un par de vértebras, las más próximas al cráneo, motivo por el que perdió el conocimiento con tanta facilidad—. Dame la verbena.
—No tengo nada de eso.
—¿Entonces por qué despiertas de mi influjo? ¿Por qué vuelves en ti antes de que desactive la orden?
—¡Pero qué me estás contando! ¡VETE-DE-MI-CASA!
Damon tampoco comprendía qué estaba sucediendo. No olía a verbena realmente, con doscientos años a la práctica, había aprendido a distinguirla a la perfección y no, la chica no la llevaba encima, algo extraño estaba ocurriendo. ¿Por qué no conseguía que retuviera las nuevas órdenes que le daba, y sin embargo no le reconoció tras el asesinato de la cafetería, tal como ordenó?... Era un misterio que un vampiro con todo el tiempo del mundo por delante, y un largo periodo de aburrimiento por detrás, estaba más que dispuesto a descubrir. 



—Creo que me quedaré una temporada, si no es molestia.
Saltó hacia ella que intentó retroceder espantada, pero no llegó a dar dos pasos hacia atrás. En seguida Damon le sujetó por la cintura y el cuello sentándola sobre la mesa de la cocina. Se colocó entre sus piernas volviendo a fijar en ella sus ojos peligrosos como espadas.
—Estate quieta.
Y ella obedeció, girando el cuello tal como Damon exigía, acercando a él su cadera, doblándose hacia atrás en tanto hincaba los dientes en su carne. Ella gimió, Damon se excitó todavía más.
—Pero no… asesino —consiguió articular antes de que la hiciera enmudecer aprisionando su cuello—. ¡Asesino! —logró gritar intentando zafarse. Estaba débil por la repentina falta de sangre, pero así y todo Alyssa habría podido empujarle a un hombre fuerte y quitárselo de en medio; lástima que no fuera un hombre lo que tenía delante.
—¿Por qué no funciona contigo? —se exasperó Damon—. Qué desastre más divertido, rantoncito.
—No me llames así, hijo de puta —dijo ella jadeando de cansancio por la refriega, le miraba desafiante al otro lado de la isleta central en la cocina—. Vete de mi casa.
—Temo que no. Me has invitado a entrar y ahora también es mi casa.
—Imposible… —estaba a punto de un ataque de histeria.
—Relájate, esto no tiene por qué ser una pesadilla para ninguno de los dos —volvió a sentarla en la isleta.  Una vez más se colocó entre sus piernas. Alyssa le miraba a los ojos sintiéndole entrar en lo más profundo de su ser—. Ahora mírame…
—¡No, espera! —repuso ella cerrándolos. Damon sujetaba sus muñecas muy pegado a ella, ansioso—. Tengo que saber algo.
—¿Qué?
—¿Por qué no me mataste la primera vez?
Él meditó antes de responder.
—Tu sangre es demasiado dulce. Llevaba un siglo sin beber algo parecido —añadió para girarle el cuello, hincándole los colmillos con rudeza.
Alyssa gimió de dolor, cosa que solo incrementó la excitación de Damon; le agarró los pechos con rudeza deseando que estuvieran tan llenos de sangre como aquella vena suculenta que le estaba llevando al éxtasis. La chica se arqueó sobre la isleta, su cuerpo quedó crispado como si se tratara de un puente donde un extremo era la cadera y el otro el cuello. Damon se subió sobre ella hincando su miembro endurecido y vestido en el vientre de la chica. El repentino peso sobre el torso le hizo pegar la espalda contra el mármol quedando inmóvil.
Intentaba decir algo, Damon podía sentirlo. Arrugó el labio superior extrayendo los colmillos de la carne. Si seguía la mataría y aquella fuente de dulce licor se extinguiría por completo.
—¿Qué, pequeña? ¿Qué estás diciendo, no te entiendo? —Alyssa miró su propia sangre ensuciando la cara de aquel monstruo.
—V… vampiro —susurró con voz casi inaudible.
—Sabía que eras un ratoncito listo. 

Maripa

Oyoyoy cómo se etá poniendo la cosa!! Muojojojojo
Nos leemos en breve. 
Muas! Digo bee!

2 Carminazos:

Anónimo dijo...

¡Oh Dios! demasiado hot, ¡¡no puedo con tanto!!. Damon no pierde el tiempo ¿eh? Me pregunto por que no funciona con Alyssa. Ya quiero saber como la van a continuar, siempre me sorprenden dejándome así O: Aaaa sí saque bien la cuenta ¡¡solo faltan 3 días para el próximo!! ¡YUPI! ¡Entonces hasta la próxima! :)

Maripa dijo...

Ayyy lo siento, pero has tenido que esperar un poquito más.
No te preocupes, en seguida sale, guapa!
:)