Fanfic Dentro del laberinto. Capítulo 13


CAPÍTULO 13 – EL CLARO


Contra todo pronóstico la caída fue dulce. Sarah se sumergió en un mar sereno de agua tibia, que tragó hasta que instintivamente sus brazos le empujaron a la superficie. Buscó en todas direcciones el lugar donde la tierra se encontrara más próxima, y acto seguido nadó hasta alcanzarla.

Visto desde la orilla el lago no era tan grande como desde el centro. Lo mismo le había ocurrido al inmenso castillo de los goblins, que se perdía más arriba de donde sus ojos le permitían ver. Al intuir su silueta sobre las nubes recordó qué hacía en aquel lago, porqué estaba mojada y que debía recuperar la marcha antes de que alguien echara en falta su presencia.

Arremangándose la falda, corrió hacia la vereda del bosque, saltando desde el principio ramas que debían llevar siglos levantadas del suelo, e incluso troncos que tuvo que bordear porque su exagerado tamaño no le permitía pasarlos por encima.

El sol se puso sin que encontrara la salida al laberinto de árboles que ocultaban el cielo y el calor. No tenía forma de alumbrarse en aquella oscuridad, de modo que decidió buscar un refugio aprovechando la poca luz que quedaba.

No tardó en encontrar otro gigantesco árbol, que caído sobre unas rocas, dejaba un espacio en el suelo donde cobijarse esa noche. Sarah sabía que seguir caminando a oscuras, como poco le reportaría caídas.


Mientras tanto Morgan preparaba su arco. Le tenía especial aprecio al arma, era una de las pocas cosas que conservaban el escudo de su familia, de la auténtica. Años atrás, en una cacería, su primo quiso romperlo para hacer leña con él, pero el Duque se lo impidió: “Es una maravilla” dijo con un reproche a su hijo antes de devolverle el arco al pequeño Morgan. El niño observaba la escena ignorando la envidia que le despertaba el arma a su primo.

El arco había permanecido tenso con los años, pero él acostumbraba a repasarle la cuerda antes de colgarlo a su espalda.

Había escapado del castillo del rey para ir de caza, y nunca se sabía qué cosas podía uno encontrar en el bosque cuando anochecía.

Ensilló su caballo y, dándole con las riendas, el animal emprendió camino. No tuvo que dirigirlo, habían estado en aquel lugar la tarde anterior. El animal le llevó directamente a la zona donde atraparían a la presa.


Algo silbó en su oído.

Sarah, confusa, pensó que quizá se tratara de algún animal, que como ella, buscaba refugio bajo la corteza del árbol centenario. No obstante mantuvo ojos y oídos bien abiertos, aunque no distinguiera más que oscuridad.

Al instante un par de silbidos más, estos más cercanos. Sarah se puso rígida tras extenderse completamente en el suelo. Aquello no eran ruidos de insectos. Estaba casi convencida de que se trataba de punzantes y afiladas flechas, que eran disparadas cerca de donde se escondía. Siguió muy quieta rogando porque su respiración no la delatara, hasta que una flecha pasó rozándole el brazo, rasgando su vestido y haciendo que un gemido doloroso saliera de su boca.


–¿Quién está ahí? –Sarah cerró los ojos y se tapó la boca con los dedos–. ¿Quién está ahí?– insistía la voz.

Pero la chica seguía sin moverse pensando que, con mucha suerte, el hombre creería que se trataba de un animal herido y se marcharía de allí. Sarah todavía no sabía que los cazadores nunca abandonan a una presa.

–Te he oído gemir. Sal inmediatamente si no quieres que te mate por asaltar mi propiedad.

La chica se desmoronó. El hombre no dudaría en disparar de nuevo, si sabía que no se trataba de un animal. Además, su voz se hizo más cercana en la medida que a ella le costaba trabajo respirar sin jadear.

–¿Pero qué...?

La había descubierto. Estaba palpándole la pierna, agachado.

–¡Haz el favor de salir, maldito seas! –Exclamó el cazador colgando su arco en la espalda, para echarse a las manos un puñal que brillaba como una maldición.

Tiró de ella por la pierna sacándola de su escondite.

–¿Quién demonios te crees para invadir mi territorio? –Le gritó el hombre que, tras ponerla en pié, le propinó un empujón haciéndole dar de espaldas contra la corteza.

–Lo siento... –susurró Sarah.

–¿Qué eres?

Ante el silencio de la chica, el cazador le agarró del brazo llevándola al caballo. Sarah trató de sujetarse a la montura del animal. Su escapada había resultado ser un fiasco, pensaba. Acabaría de vuelta al encierro de palacio, antes de que el sol saliera de nuevo.

El caballo se detuvo en un claro del bosque. El jinete desmontó y la hizo desmontar.

–Ahora vas a decirme quién eres –una de las lunas del laberinto, alumbraba tenuemente filtrada entre las ramas de los gigantescos árboles.

El cazador le agarró del mentón obligándola a mirar arriba, donde la luz iluminó su rostro.

–¡Eres la reina! –Exclamó con sorpresa.

Sarah vio cómo la soltaba, y entonces bajó el rostro para descubrir al cazador. Era un hombre moreno, de gran altura y labios finos. El cabello descansaba sobre sus hombros antes de anudarse en un coletero oscuro. Vestía un traje de cuero también oscuro, y sus ojos emitían centelleantes luces azules que Sarah observó un instante, antes de que él hincara la rodilla en el claro y, besándole impetuoso la mano, le presentara sus disculpas.


Maripa


Estoy malita, perlas T_T

Lametones y gorros de lana para tod@s!!



2 Carminazos:

Lyris dijo...

¡Ay!
Cómo he echado de menos este fanfic! *O*
Se había convertido en una costumbre el esperar el nuevo capítulo y sentía como que me faltaba algo!

¿Qué ocurrirá ahora? Quién es ese cazador? Ay, dudas, dudas!

Maripa dijo...

Hombreeeeee!!! Una de las mariovejas ilustres!!! Jajajajja.
Welcome again, Lyris!!
Seguimos adelante con los Fanfics. Marime se incorporará cuando pueda, la pobre, mientras tanto ya sabes, tenemos laberinto pa rato xD