FanFic Dentro del Laberinto. Capítulo 3


3.Opciones

El rey de los goblins estaba oculto en lo más profundo de su dormitorio. Sedas blancas que parecían adquirir vida con la cercanía de Jareth, colgaban en las paredes, dotando a la habitación del aspecto propio de una lechuza. Habían transcurrido trece horas desde que compartían techo, y en ellas sólo estuvieron juntos una: el tiempo que duró el desafortunado encuentro en la cena.
Era testaruda, demasiado. Tuvo que haberse percatado de hasta qué punto cuando logró atravesar el laberinto. Sólo pensarlo le enfurecía. ¿Acaso su única motivación fue recuperar al mocoso? Parecía otra cuando la recordaba en el parque y en casa, llamándole con el libro en la mano, o cuando la miraba desde los árboles y le escuchaba rogar que apareciera; en todas esas noches que pronunciaba su nombre en sueños, y él abandonaba su reino para ser el guardián de sus delirios; entregado esclavo de sus deseos. Esa noche hizo que las estrellas brillaran diamantinas mientras ella lloraba en el jardín, y ni eso le había agradecido. Los goblins encargados de guardarla, confesaron que durante su ausencia no dijo una palabra, pero le notaron cierto pesar, sin duda estaba arrepentida por la grave ofensa que le había hecho a su majestad. Sin embargo cuando regresó al castillo, no se dignó a levantar la vista al balcón, donde él aguardaba.
Desde que la vio por primera vez, Sarah se convirtió en el mundo que deseaba poseer. No supo entonces que se trataba de un mundo testarudo y hostil, plagado de furiosas miradas y crueles gestos. Curtido en incomprensión y deseo, que llevaba de la mano la belleza más feroz vista jamás. Sarah le visitó en un sueño y él se volvió loco tratando de encontrarla. Cuando lo hizo, ella le reclamó cada tarde hasta que sin darse cuenta, se encontró preso en la red que Sarah se negaba a recoger. Jareth había acudido fiel a sus llamadas, manifestándose soberbio en su reclamo, dejándose moldear a voluntad, anhelando ser el protagonista de sus vigilias, siempre alejado, siempre acechante. Porque, pese a sus deseos, no podía vivir dentro de ella.
Pero ella no tenía ni idea de quién era Jareth en realidad. Si su deseo persistía, si era así como quería que las cosas funcionaran, de nuevo saldría vencedora. Le concedería el placer de conocer al rey de los goblins de cerca, en todo su malévolo esplendor.
Salió del dormitorio al pasillo, con el porte que sólo los reyes poseían. A cada paso, los goblins que iba encontrando escapaban horrorizados al percibir el brillo lacerante de su ojo azul, signo inequívoco de mal augurio para todo aquel que osara encontrarse con su mirada. Llegó a la habitación dispuesta para ella con una complaciente sensación de cosquilleo. La escuchó dentro; la supuso triste, nerviosa, casi a su merced.
El guardián apostado en la puerta se esfumó antes de que Jareth diera un chasquido con sus dedos enguantados. Al instante se abrió con gran estruendo. Sarah, que estaba sentada en el tocador cepillando su cabello, se incorporó y retrocedió sin darle la espalda a Jareth. Sus pies chocaron con la pared de la habitación de plata, donde una gran ventana con vistas al laberinto se alzaba espléndida.
–¿Cómo fue el paseo? –preguntó Jareth sonriéndole. Sarah sintió miedo al ver sus dientes asomar entre los labios finos que, más de una vez, soñó fueran reales–. Oh, de modo que no tienes ganas de hablar… No hay problema, hablaré yo –sonrió de nuevo erizando el vello de la chica que permanecía rígida junto a la ventana, siguiendo cada uno de sus movimientos–. Llevas todo el día encerrada en esta habitación sin hacer absolutamente nada –aguardó su réplica, pero al no encontrarla prosiguió–. Se me ocurren varias labores a encomendarte, a cuál más encantadora…
–¿Tan encantadoras como el laberinto? –preguntó ella temiendo la respuesta del rey.
–Vaya, querida –repuso Jareth acercándose al tocador, pasando los dedos por el cepillo de cristal que había mandado fabricar para ella–, te ha vuelto el habla, y además has acertado… Sé que mi laberinto te encantó.
–Fue pan comido– se envalentonó ella.
–Oh, sí, te recuerdo descansando en cada giro –dijo el rey con sorna–. Tienes razón, probablemente fue demasiado sencillo ¿verdad? pero la buena noticia es que este nuevo desafío no lo será. De modo que tienes dos opciones –se le acercó con manifiesta lentitud, disfrutando con cada uno de los temblores que le subieron por la espalda, con cada rápido pestañeo de sus ojos verdes, con el perfume que emanaba su agitada respiración–, puedes aceptar mi nuevo reto, o empezar a obedecer mis órdenes.
–¿Qué diferencia hay entre las dos opciones?
Jareth rió con ganas al ver su gesto de preocupación. Jamás volvería a mostrarse indulgente con ella, jamás volvería a aprovecharse de su misericordia. Si quería verlo como a un monstruo, se convertiría en un monstruo.
–Una te augura momentos donde, a cada segundo –se aproximó a la ventana deslumbrando a la chica con el brillo de su ojo azul–, desearás haber recordado las palabras. –Tomó un mechón de su cabello mientras ella continuaba rígida–. La otra, en cambio, promete brindarte cuanto, a mi entender, debes aprender para ser digna de mi generosidad… ¿Qué eliges, Sarah?
–Esto no es justo –replicó ella alejándose prudentemente, liberando el mechón de los dedos encuerados de Jareth.
–Decide. Mi paciencia se agota –. Con el puño cerrado, clavó los ojos en la espalda de la chica que se había retirado al centro de la enorme habitación creada para ella.
Sarah dudó. Si cedía, si obedecía sus órdenes, no podría buscar al Hoggel ni a Ludo. Jamás encontraría a su hermano, ni la salida del laberinto.
–Prefiero entrar en cien laberintos antes que cumplir con tus deseos...
–¿Estás segura? –preguntó Jareth sacando con parsimonia la chorrera, que se había quedado doblada dentro de la manga.
–Sí –dudó Sarah.
–¿Por qué has supuesto que la primera opción implicaba volver al laberinto? Has vuelto a equivocarte. –Riendo, Jareth caminó hacia la puerta mientras Sarah, siguiéndole a pocos metros, protestaba a voz en grito.
–¡Esto no es justo!
El rey de los goblins se volvió ya en el pasillo, con su ojo azul más brillante que nunca.
–¿Sabes? Me encantaría saber de dónde has sacado tu idea de la justicia... Te haré llamar en un rato, más te vale estar lista.

Maripa

Y de fondo musiquita inspiradora, algo como Hysteria, de Muse. Veeeeeeeenga otra noche Vigiliando, como si no costara xD
Espero que os mole, salaos.
Feliz finde!

5 Carminazos:

Medusa Dollmaker dijo...

Ayyyyyyyyyy cuánto me molaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!

Maripa dijo...

Ya casi se huele la carne xD
Gracias guapa!

Pandora_cc dijo...

Ole ole!
Emoción!!
xD

Lyris dijo...

Mmmm... Jareth y más allá del laberinto... *3*
Me habéis dado en el punto débil, marrditas!!

Me ha encantado vuestra idea, así que si no os importa, os agrego a mi blog!

Un besazo y buenas noches, hermosas! XDD

Maripa dijo...

Pandorica: Ole ole ole, toma toma toma xD

Lyris: sea usted bienvenida a nuestro modesto, pero cómodo, redil. Esperamos que hayas vigiliado mucho esta noche salá! Un besazooo!!!