Fanfic X-Men: MERCENARIOS. Capítulo 6

Debido a los problemas técnicos que experimentó Blogger y a nuestra huelga bovina manifestada este finde, no habeis tenido relatos ni capítulos nuevos dese el Miércoles. Sentimos las molestias y os lamemos la cara con emoción subiendo otro capítulo más de Mercenarios. Disfrutadlo ovejitas!
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6.    ¡Terroristas!


-          - Estamos conmocionados.

La voz del presidente Franklin gobernaba lo justo, peleando por trascender la pantalla en la rueda de prensa. Calculada meticulosamente para las noticias de las 9. Sonaba inseguro. Mal calibrado. Podía percibirse una ansiedad visceral en cada sílaba. Su labio inferior se manifestaba trémulo.

-          Condenamos cada uno de los atentados producidos. Es un ataque a la humanidad más pura y genuina. No cederemos… – vaciló un momento, como mascando las palabras, frágil – …en nuestra lucha antiterrorista. Los mutantes quieren reducir nuestra esencia original, recta y honorable. El pueblo americano ha podido sentirlo en sus cimientos. Nuestra paciencia se ha agotado. El diálogo ha terminado.

Centró la mirada en la cámara. Algo desesperado y elocuente ardía en sus pupilas.

-          Están en peligro nuestras familias – el timbre de su voz atravesó un trayecto cavernoso– y estéis donde estéis, os encontraremos. Buenas noches, América.

Paws derramó oleadas de risa desde la periferia de su vientre. Habían movido ficha y Gordon Franklin estaba entre la espada y la pared, predecible como el reflejo de un espejo. Podía saborearse la contradicción entre gesto y verbo. Hablaba desapasionadamente, y sus ojos eran una súplica abierta, no un desafío.

-          Qué hijo de puta, – bramó Trick – manipulador de mierda. Esas imágenes de cadáveres son del 11-S. Vamos no me jodas. No ha habido ni un puto muerto.


-          Está asustado. – Arrows seccionó el aire, gélida – El discurso responde a un país hambriento de justicia. No quiere que dañemos a los rehenes. Y no puede confesarlo.


-          No somos nuevos. ¿De verdad espera que limitándonos se nos vea el culo? Ya vivimos en la sombra, trabajamos en la sombra… - agregó Paws.


-          … cazamos en la sombra… – Víctor paladeaba el arsenal de reacciones.


Mantenía la mandíbula tensa en una extraña mueca vacua, aséptica. No le sorprendía. Todo un país clamaba venganza. No le importaba ser etiquetado como “terrorista”. Estaba acostumbrado, aunque “mercenario” era más apropiado. No funcionaba por ideales.

Las dos noches posteriores al secuestro, Leon había organizado al grupo para que acusaran su presencia bajo el abrazo velado de la noche. Una advertencia: sois nuestros. Tras garantizar que no quedaba nadie en los edificios, fueron dinamitados de madrugada hasta quedar reducidos a un lastimero montón de escombros. La sociedad es frágil. Si atacas sus símbolos, se eleva en un incongruente lazo que enturbia el juicio, en lugar de proyectar un pensamiento crítico. El resto fue hilado en las noticias bajo la aguja del gobierno. Aunque… a Víctor le habría encantado cumplir la expectativa con sus propias garras.

-          Quiere que el país opere como un dedo más en su mano. – Masculló – Chico listo…


Leon había llamado, satisfecho. Repartió al equipo las funciones para el resto de la semana, concretando derribar otro centro gubernamental como rúbrica a la patética rueda de prensa. Una parte analizaría las posibilidades de los objetivos, hasta seleccionar uno. Víctor, Sunday y Paws deberían permanecer en el refugio. Todo en Víctor era amenazador, más allá de las garras delatoras que dejaban poco lugar a duda. Sunday mantendría un ambiente sosegado en la casa, y Paws era demasiado enorme como para no despertar sospechas.

La perspectiva de que el refugio estuviera despejado hizo oscilar una mueca ávida entre las mejillas de Víctor. Leon había dado la orden de entregar al niño según las circunstancias, con un objetivo: una muestra de buena voluntad, si la campaña se disolvía. Y una escalofriante exhibición de movilidad. Estamos en todas partes, Gordon. No puedes cazarnos. El mensaje era diáfano. La otra parte del rescate la recibiría a pedazos si no se retractaba. Pero mientras, el niño estaría a salvo.


Víctor entró en la habitación sin mediar palabra, esbozando una sonrisa peligrosamente gélida. Portaba una cerveza. Percibió cómo aumentaba a su paso el aroma tenso que desprendían, y ensortijándose, la esencia golosa de la mujer serpiente mimando su olfato. Tras examinarlos brevemente, se aproximó despacio, dejando la emanación palpitar. 

-          ¿Qué coño quieres? – siseó ella.


-          Esta es mi habitación. Y todavía no ha dejado de serlo.


-          Puedes meterte la habitación  por el culo, gilipollas. A ver si revientas.

El niño comenzó a temblar, estrechándose en el regazo de la joven. Víctor desalojó de su pecho una carcajada afilada como una guillotina. Se inclinó sobre ellos, paseando levemente una de sus garras en la mejilla del pequeño, que descargó lágrimas de terror.

-          No te atrevas a tocarlo – masculló entre dientes, bajo una presión abrumadora en sus mandíbulas que describía todo grado de furia contenida.


Sopesó asestar otra dentellada que lo mantuviera aturdido, pero solo serviría para cabrearlo y que Abel pagara las consecuencias. No era buena idea.

Arrulló al niño más profundamente entre los brazos. Sus pupilas se estrecharon al sostener la mirada burlona del feral, con un resplandor dorado y llameante que no sugería rendición.

-          El cachorro podrá volver a casa – ronroneó, expectante.

Silencio. El aroma de la joven alojó un breve matiz de alivio… que al poco se tiñó de un temor espeso. Víctor tomó asiento en el sillón que acompañaba al escritorio, intrigado ante la insólita reacción. 

-          De una pieza. Vivo. Será entregado sin daño alguno – añadió, acotando la información que Ada había encajado de manera singular - ¿Qué parte no has entendido, nena? ¿No te alegras?


El timbre en la voz de Víctor se había vuelto más sombrío. Cargó un trago largo de cerveza sin perderla de vista. Escrutaba cada músculo en la muchacha, cada parpadeo, cualquier cambio que manifestara una respuesta. La tensión se había incrementado bajo su piel blanca. Las comisuras de sus labios pendían trémulas, opuestas a cualquier satisfacción. Derivaba su mirada ámbar sobre la madera que se extendía bajo sus pies, en un circuito errático, con la mente aislada en algún infierno bien conocido.

-          No… - replicó Ada en un atropellado susurro, como si la sílaba arañase su garganta.

Víctor registraba un miedo abismal, trenzado al perfume tentador que destilaba. Su paciencia se agotaba.

-          ¿No? – entornó los ojos - ¡QUÉ COJONES ESTÁS DICIENDO! 


 
El bramido gutural amaneció en su pecho, devolviendo un bofetón de realidad a la mujer.

-          Saca a Abel del cuarto… por favor – siseó entre nieblas, retorciendo angustiosamente sus manos.


-          ¡Sunday! – rugió. La anciana apareció al poco en la entrada de la habitación, coronada por una expresión afable.


-          Llévate al crío. Dad una vuelta con Paws por el jardín. Que le dé un poco el aire. – Ordenó en tono firme, sin dejar lugar a discusión.


Ada condujo al niño hasta el cálido abrazo de la vieja dama, a pesar de presentar oposición. Víctor cerró la puerta tras ellos.

-          Habla.

Se aproximó de nuevo a ella, atento, abandonándose a la curiosidad y a esa fragancia peleona y dulce que ya consideraba suya. Ada se dejó caer en la cama, todavía estrangulando sus dedos en la palma de las manos. Contempló su angustia, sus pechos viajando en suspiros, su deliciosa garganta gestionando la respiración entrecortada.

-          No podeis entregárselo a Gordon, – dijo, con la voz en jirones de aliento – enviadlo a otro lugar… donde esté seguro. Pero a él no, joder.

Víctor apuró su cerveza, asomando un breve atisbo de estupefacción bajo el ceño fruncido. Tomó asiento de nuevo.

-          ¿Por qué? – gruñó – Eso no entra en nuestros planes, nena.


-          Por favor… - suplicó – tengo unos amigos… en Canadá. Sacadlo del país. Haré lo que queráis. Pero no se lo entreguéis a Gordon. 


Ada se dirigió al escritorio, dejando una estela apetitosa aguijoneando la pituitaria de Víctor al pasar a su lado. Cogió una de las servilletas sin usar que conservaba  y escribió una dirección con pulso frágil. Entregó el pliego al feral. Se incorporó de un salto y retuvo la muñeca de la joven, clavando cada garra ávida en su carne tibia. La arrastró hasta quedar entre la pared y su pecho, agitado en una respiración animal, retorciendo el brazo tras su espalda. Ada masculló un gemido ahogado.


-          ¿Piensas que somos una puta agencia de viajes, niña? – gruñó, amenazante desde algún sombrío lugar en su garganta, disponiendo los colmillos al desnudo - ¿Por qué? Mide tus jodidas palabras. Sabré si estás mintiendo.


-          ¡PORQUE SOY SU MADRE! – aulló Ada en un descargo de ira, enfrentando su aliento atropellado al de Víctor.


Saboreó la oleada furiosa que impregnaba la atmósfera en torno a ellos, intoxicando con promesas de placer el diminuto espacio alojado entre narices. El mutante se mordió el labio inferior, sacudiéndose el deseo que nublaba su perspectiva. Procesó la nueva información, atenuando la dolorosa presión que retorcía el brazo de la muchacha a su espalda. La observó detenidamente. No estaba mintiendo.

-          Es tu sobrino. El hijo de tu hermano Gordon… - gruñó, titubeando sílabas.

-          … y mi hijo – replicó la joven. Una lágrima peregrina cruzó su mejilla.

3 Carminazos:

Anónimo dijo...

Oleeee ya estáis de vuelta jejje
Pensaba que os habíais convertido en carne de asador xD
Emoción máxima de relato nenas!
Pandorita :*

Lyris dijo...

¡Ay corderas!
os perdonamos el lapsus porque sois nuestras repartidoras de vicio y porque sabemos que las ovejuelas felices rinden más y mejor escribiendo cochinadas XDD

Nosotros aquí seguimos! XDD

Marime dijo...

Gracias Pandorita xDDDDD
Lyris, gracias por la comprensión, tu si que sabes jajaja! Para hacer las cosas bien toca tomarse descansillos! :D! Muas